El cielo sobre Ceres estaba oscuro y nublado ese día. El frío de la noche
anterior se encontraba suspendido en el aire. Todo estaba quieto. Nada se
movía. Como si el más suave de los toques pudiera resquebrajar esa traslúcida
claridad.
El tenue sol colgaba pesadamente en el cielo, tiñendo de tonos sepia la
colonia, las sombras alcanzando lo más fugaz y efímero. Solo el inactivo
silencio marcaba lánguidamente el paso de las horas.
Era alrededor del mediodía cuando Guy regresó a los barrios bajos. Había
estado por fuera por casi dos semanas. El ambiente frío y silencioso fue
desvaneciéndose por fin y el desnudo asfalto empezó a resultarle familiar otra
vez mientras caminaba hacia su casa. Pero la realidad era que Guy no tenía idea
de lo que estaba ocurriendo. Aunque ya era un poco tarde para preocuparse por
eso.
Esa mañana había estado tomando un tardío desayuno en su inmaculada celda cuando
el videoteléfono había sonado repentinamente por primera vez.
¿Qué
demonios—? Dudó pero al final presionó el botón de contestar.
El
rostro de Iason apareció en la pantalla. Un rostro al que difícilmente tendría
tiempo de acostumbrarse, pero uno cuya altiva clase por sí misma parecía ser una
imposición ante el resto del mundo.
“Vuelve
a los barrios bajos. Me da lo mismo.”
No hubo explicación tras la llamada, así que Guy
quedó completamente desconcertado. Su reacción había resultado inesperada, o
Iason había encontrado divertido su torpe silencio, porque entonces añadió: “¿Qué
es esto? ¿Te encariñaste con tu cómoda vida en confinamiento? Si es así, no me
importa que te quedes por aquí tanto como desees.” Sonrió curvando las
comisuras de su boca.
Pero Guy no iba dejar que se le escapara la
oportunidad. “Está—está
bien. Sí, será mejor que me vaya.”
Porque una cómoda vida de casa por cárcel no era
cómoda en absoluto. Iason lo sabía muy bien. Pero Guy también sabía reconocer cuándo
le estaban hablando en serio. No era una cuestión sobre los modales de Iason.
Es el hombre que sabe que no ha ganado quien se mete
en una pelea que seguro va a perder. Guy no pretendía gastar energías. No
entendía por qué, pero sabía que esa farsa se había acabado; dejó salir un
profundo suspiro de alivio.
Guy no podía considerar su mugriento y precario
cuchitril en los barrios bajos un paraíso. Pero, aun cuando todo sobre su estancia
en prisión había sido tan distinto de sus días en los barrios bajos como el día
de la noche, esta había resultado extremadamente aburrida.
Los días sin propósito alguno se le habían hecho
inimaginablemente largos. Cada día en cautiverio—incapaz de tan siquiera salir
de ese cuarto—su cuerpo y mente se embotaban más. Lo que mantenía a raya el estrés
y la desesperación era saber que, mientras su papel exacto dentro de ese juego seguía
siendo mantenido un completo misterio, alguien había pagado una terrible suma
de diez mil kario para ver como todo
se terminaba. Ni siquiera una élite de Tanagura tiraba esa cantidad de dinero a
la basura por capricho.
De veras te las arreglaste para ser un interesado, Kirie había
chanceado sombríamente con los dientes apretados. Pensaba que todo aquello se
trataba sobre convertirse en una mascota. Guy no le había creído desde el
principio. No era que se menospreciara, sino que simplemente no había forma de
que él valiera todo ese dinero.
Algo más estaba pasando. Y
saberlo le daba a Guy la fortaleza para aguantar su encarcelación. En cuando a
arrestos domiciliarios respectaba, no podía quejarse del servicio. Siempre que
estuviera tras las rejas, nada iba a pasarle. Por el momento, las acuciantes
realidades del mundo podían esperar.
Era mejor permanecer tranquilo
y esperar el instante apropiado. Era lo mejor que podía hacer. No podía estar
seguro de cuando llegaría ese momento apropiado, pero era claro que ser terco,
obstinado y presentar una actitud desafiante ante aquel aristocrático Blondie,
no iba a traerle nada bueno. Más que pertenecer a una clase completamente
diferente a la suya, era una especie muy aparte.
Y sin embargo, Guy había sido
puesto en libertad muchísimo más rápido de lo esperado. Su enorme alivio por un
lado se unía en el otro por la sospecha de haber sido tomado por un tonto en
algún tipo de juego inescrupuloso. Como si una tensión en aumento lo hubiera
tomado prisionero de repente, una sensación de desasosiego lo hizo preguntarse—¿Se ha terminado en realidad?
El juego había acabado y el
telón había bajado demasiado pronto. Ahora a Guy solo le quedaba preguntarse qué
habían significado las últimas dos semanas de su vida. Algo, de alguna forma
había tenido lugar para llevar las cosas a su fin, y Guy no tenía manera de
saber qué era—
Excepto que los diez mil que Iason
le había dado a Kirie, habían sido pagados. O Guy había sido liberado porque
algo de igual valor había caído en manos de Iason. Considerando las cosas en
esos términos, Guy no podía evitar sentir que algo estaba ocurriendo. Dejando
de lado todo eso, cuando se le había otorgado permiso para irse, Guy se había
marchado rápidamente sin decir una palabra.
Igual que cuando Kirie lo había
conducido hasta allí con engaños, después de ser sacado de su celda, Guy había
encontrado una limosina aérea esperándolo afuera del lobby del rascacielos.
Parecía como si Iason la
hubiera enviado. Había dicho que él iba a encargarse del viaje de vuelta. Guy imaginó
que le debían algún tipo de compensación por las últimas dos semanas de
angustia mental y había aceptado.
No era uno de esos taxis
cápsula automáticos aéreos—era una limusina con conductor. El acabado
inmaculado color gris plateado estaba brillado hasta un punto que hacía
entrecerrar los ojos a Guy. No hay
explicación a como un Blondie gasta su dinero.
Los principios y la visión de
un Blondie estaban más allá de la clase alta. Eran simplemente incapaces de ser
amables y buenos con los mestizos. Sin menciona que la forma en la que hablaban
y se comportaban los hacía imposibles de categorizar por Guy.
Para sus compañeros mestizos de
los barrios bajos, si esto no era alguna especie de humor cínico de las élites
de Tanagura, entonces solo podía interpretarse como un montón de cortesía sin
sentido.
Aunque, en cuanto a obtener un
aventón gratuito hasta los barrios bajos respectaba, no iba a rechazarlo.
Permaneciendo fiel a su código
profesional, el conductor no le mostró cortesías innecesarias, no hizo
tentativas torpes de entrometerse y con un suficientemente fingido sentido de
discreción, dejó a Guy a una o dos cuadras de Ceres y se alejó rápido a toda
velocidad.
Oye, cariño, estoy en casa sano y salvo—¿no es cierto?—
Guy se sintió aliviado al tener
la ruinosa escena a la que estaba tan acostumbrado frente a sus ojos. A esas
alturas, ya no experimentaba el desconcierto y la ira de haber sido traicionado
por Kirie. Solo no se sentía tan indulgente como para preocuparse por un sujeto
que pensaba que vender a un amigo por dinero era algo del día a día.
Guy estuvo ausente por medio
mes. Y sin embargo, después de tan solo dos semanas, el viejo aroma familiar de
los barrios bajos lo arrollaba con una extraña fuerza sentimental. Sus pies lo
llevaron directamente a la casa de Riki. A pesar de recién haber llegado a su
hogar, quería ver la cara de Riki más que a su propia casita miserable.
¿Qué clase de excusa voy a darle?
Guy no había salido con Riki en
citas, desde que ninguno disfrutaba ya ese tipo de relación. No obstante, Riki
debía haberse preocupado cuando Guy se había esfumado sin decirle una palabra a
nadie. Guy no lo dudaba en lo más mínimo.
Guy se puso frente a la puerta
de Riki y presionó el botón del intercomunicador. Nadie contestó. Nadie cuestionó
su presencia. La puerta se abrió fácilmente con un siseo y un ritmo familiar.
Y sus ojos se encontraron con
los de Riki.
“Hola,” dijo Guy después de un
rato, con una incómoda y avergonzada expresión nublándole el rostro.
Riki asintió, una débil sonrisa
curvaba sus labios.
“¿Puedo pasar?”
“¿Desde cuándo te volviste tan
formal?” preguntó Riki. Su voz sonaba un poco ronca cuando invitó a Guy adentro.
Tiene razón.
Guy sonrió con ironía mientras entraba en el apartamento de Riki. Pero no
podía evitar darse cuenta de lo desgastado que lucía Riki. Juntó las cejas
casualmente. “¿Sabes, Riki—?”
“¿Qué cosa?”
“No te desperté, ¿verdad?”
“¿Por qué lo dices?”
“Parece como si tuvieras una
rana atascada en la garganta. Pensé que podría haberte sorprendido en medio de
una siesta.”
Los ojos de Riki se abrieron un
poco. “Estás imaginando cosas.” Apartó la mirada.
La atención de Guy se enfocó de
repente en la nuca de Riki, en un tramo de pequeños moretones. De pronto se
congeló en su lugar. ¿Tiene—chupetones—?
“¿Qué te pasa? Siéntate.”
“Ah, sí, claro,” dijo Guy, subiendo
sin querer el tono de su voz.
¿Con quién? El ritmo cardiaco de Guy se aceleró ante la posibilidad. Casi que por
reflejo, sus ojos viajaron hasta la cama. Pero no vio evidencia de nada que
pudiera darle razones para preocuparse. Aunque solo porque no hubiera nada ahí
no hacía que lo que había visto desapareciera en una bocanada de
humo. El doloroso pálpito de su corazón no disminuyó.
¿Dónde
ocurrió y con quién estuvo?
De
golpe, el humor optimista que había mantenido por el camino hasta allí,
colapsó. No habían compartido una cama desde que Riki había regresado a los
barrios bajos. Pero antes de eso, terminaban en los brazos del otro casi a
diario.
Su
contacto físico se había marchitado poco a poco. Pero si Riki quería, Guy hubiera
regresado con mucho gusto a los viejos tiempos en cualquier instante.
Pero
Riki nunca le había hecho ningún tipo de invitación. Ni siquiera una mirada
sugestiva. Cuando Guy insinuaba el hecho, era Riki quien tomaba distancia.
De
hecho, hasta donde Guy sabía, Riki no lo había hecho con nadie ese año. Con
aparente indiferencia, Riki se había convertido en una presencia no atractiva.
Pero
aunque se le denigraba como a un perro apaleado, no significaba que hubiera
perdido el interés de los que estaban a su alrededor. Al contrario, todos
querían echar un vistazo al agujero negro de aquellos tres años en los que había
estado perdido, un misterio que volvía a Riki todavía más atrayente.
Había
algo acerca de su estoicismo que lo hacía aún más hermoso. La gente comentaba
eso sobre él todo el tiempo. Pero antes, era la intransigente sensación de su
presencia lo que eclipsaba su apariencia. La intrepidez que emergía en la
transición de niño a adulto.
Seguía
allí, por supuesto. Aunque en el caso de Riki había una particular lujuria en
él que la edad por sí misma no podía representar. Una máscara se había caído.
Quizás esa era la mejor manera de decirlo. Lo que significaba que alguien
debía haberla removido. Y quién pudiera ser ese alguien era la pregunta que
todo el mundo tenía en mente.
Incluso
cuando de los rumores y los discursos jactanciosos e insultantes entre ellos se
trataba, como una pizca de condimento, Riki hacía cada conversación mucho
mejor. Así se sentía.
Hipnotizados
y embrujados por los inconscientes encantos de Riki, Guy sabía que una gran cantidad
de oponentes se habían topado con una vergonzosa derrota tropezándose con sus
propios pies. Naturalmente Riki no había abordado esos asuntos ni una sola vez.
Esas
eran la clase de cosas que de algún modo alcanzaban los oídos de Guy casi de
inmediato. Aunque no era como si él fuera por ahí rogando por información.
La
supervivencia de los más aptos era la ley de los barrios bajos. Y un
comportamiento de baja moral no era la excepción a la regla. El premio no
pertenecía a quienes golpearan primero, pues era reclamado por los que
revelaban los resquicios de su armadura.
Era
por eso que, por demasiadísimas razones, los jóvenes que habían sido liberados
de Guardián, en busca de protección, adulaban a los fuertes y si eso no
funcionaba, se apegaban a cualquier pandilla, grande o pequeña.
El
sexo era una proposición de reciprocidad. Aun si el placer estaba siempre
presente a la hora de tomar, un hombre al que le importara su propio bienestar
solo podía confiar. Era mucho mejor resignarse al “sexo seguro” de su propio
grupo que ser usado y desechado por algún extraño de paso.
Esto
era sentido común en los barrios bajos.
Pero
incluso bajo ese criterio, se decía que el viejo Bison jugaba bajo sus propias
reglas. Riki y Guy habían burlado ese sentido común al no buscar la protección
de nadie, creando rápidamente a Bison de la nada. Sus pocos y selectivos
integrantes, reclutados a partir de los mejores, no dejaban espacio para los
buitres que se conformaban con cualquier cosa.
A
diferencia de otras pandillas, ellos no permitían que las reglas los ataran.
Cuando aplastaban un oponente, la devastación era cabal. Iluminaban los barrios
bajos con su fuego, pero nunca derramaban una gota de sudor en el proceso.
Y como
el jefe y su lugarteniente eran pareja, las payasadas sexuales entre los
miembros nunca se salían de control. Aunque el resultado final fuera que
ninguno era sometido por otro, y nadie estaba bajo el mandato de nadie.
Las
reglas eran las reglas y todos eran libres de mandarse a sí mismos. Lo que
sonaba lo suficientemente alto y poderoso cuando se hablaba sobre una élite
elegida. Pero la conclusión era: Si no tienes las agallas para recoger los
desperdicios de tu propio desastre, entonces no te necesitamos.
A
partir de ahí, “Riki de Bison” fue el jefe. Que Guy estuviera a su lado no opacaba
su carisma en lo más mínimo. Ni esa brecha de tres años—que provocó
que lo consideraran un “perro apaleado” —había afectado su popularidad.
Lo que había cambiado reflejaba
aún más las frustradas obsesiones de los que rodeaban a Riki, el hombre que
continuaba siendo una leyenda en los barrios bajos.
Los sujetos como Luke
provocaban a Riki. Con todas las esperanzas de ganar, lo desafiaban a jugar
juegos sexuales como gigoló y terminaban derribados. Aunque en el caso de Luke,
más que estar intoxicado por los encantos de Riki, lo que sentía probablemente
se debía a lo frustrante que le resultaba ver que a Riki lo etiquetaran como un
perro apaleado y este no hiciera nada para limpiar su nombre. Luke solo quería follarse
a Riki una vez y sacarlo de su sistema. Reforzando esa teoría estaba el hecho
de que después del asunto con los Jeeks, Luke no había hecho nada escandaloso
para provocar a Riki.
Cuando Guy consideraba la
evidencia en esos términos, le daba la impresión de que Riki bien podía haber
perdido la capacidad de disfrutar del sexo casual.
De cualquier modo, con cada
movimiento que Riki hacía bajo tan cercano escrutinio, de pasar una noche con
alguien en algún lugar, el mundo se habría enterado en el acto. Guy creía que a
Riki no le interesaba involucrarse en ninguna cita mediocre.
Ese no era el caso,
aparentemente. Riki había encontrado un amante sin que Guy se diera cuenta
siquiera. Tener la evidencia en frente de su cara, afectaba a Guy de una forma
que no estaba acostumbrado.
No era que Guy se hubiera mantenido
fiel a Riki durante esos tres años en que había desaparecido. No había sentado
cabeza con ninguna persona, pero no había vivido sin los convenientes amigos
sexuales tampoco. Y sin embargo, estaba seguro de que Riki no se acostaba con
absolutamente nadie.
La revelación bordeaba con lo
insoportable. Por primera vez, Guy empezó a arrepentirse de entrar tan casualmente
al apartamento de Riki sin tener todos sus sentidos en estado de alerta. Era
algo muy diferente a cuando Kirie lo había engañado y él había terminado
arrepintiéndose de morder el anzuelo. Un dolor profundo y entorpecedor se
aglomeró en la boca de su estómago.
Si tan solo Riki le hubiera
dado un empujoncito juguetón y le hubiera dicho, “Entonces dime, ¿con cuál de
tus amiguitos te perdiste por las últimas dos semanas?” Todo el doloroso
espanto y el remordimiento se habrían desvanecido con rapidez.
Pero la culpa que Riki
albergaba hacia Guy y la innegable evidencia de la forma fiera que tenía Iason
para hacerle el amor solo endurecía aún más sus facciones. Una pesada y opaca
penumbra presionaba los hombros de ambos hacia abajo. Solo dos semanas. Había
un montón de cosas de las que querían hablar. Pero por alguna razón, las
palabras no surgían.
Era como si esa maldita brecha en el tiempo—durante la
cual los lazos entre ellos se habían tensado y roto—se hubiera transformado en
concreto.
wowww hoy por fin pude hacer una pausa del trabajo y revisar tu pagina!!!!
ResponderEliminarmuchas gracias por el capitulo ^W^
pd. los anteriores post que leí sobre la continuación del anime-ova, yo hace un tiempo leí en una pagina que el proyecto se interrumpió, porque la compañía que lo estaba desarrollando, quebró... no se que tan cierto sea, pero eso es lo que leí ¬_¬ lo que obviamente es una pena, siendo una historia tan buena e inconclusa en su versión animada. pero también hay que considerar que si se retomara el proyecto, seria muy censurado, y en esta historia las partes mas ¨fuertes¨ son precisamente las que serian cortadas T_T. así que a seguir leyendo!!!!
Es horrible no tener tiempo ni para responder un comentario ;_; te entiendo y lo siento mucho.
EliminarCon respecto a lo otro, también leí lo mismo. Supongo que es cierto. Y bueno, sí sería censurado, pero personalmente me hubiera gustado ver muchas escenas animadas :( En las 4 OVA que salieron Iason y Riki no interactuaron mucho.