jueves, 30 de julio de 2020

AnK - Volúmen 7, Epílogo

Con su despeinado cabello negro sobre las sábanas blancas, Riki gimió. Su voz titubeaba, gritó.

No importaba donde fuera que Iason lo tocara, sus nervios se incendiaban y lo enviaban al éxtasis. Placer interminable sobre más placer interminable.

El muir había convertido a Riki en un esclavo de estas sensaciones. Ver a Riki tan excitado complacía los sentidos del Blondie, quien separó las piernas del mestizo con sus codos dejándolo desnudo e indefenso.

Riki todavía brillaba. Habiéndose corrido tres veces, la carne estaba de un suave rosado. Iason posó sus labios sobre ella.

Tan solo ese toque hizo que Riki se arqueara. Su esfínter se contrajo.

Iason lo abrió con la lengua e insertó sus dedos despacio. Riki empezó a temblar incontrolablemente.

De no haber habido anillo, Riki hubiera perdido el control.

Iason introdujo cuidadosamente uno, dos, tres dedos. La carne de Riki se estiró para acomodarse a ellos. Sintiendo que Riki estaba listo, Iason retiró sus dedos y despacio se empujó él hacia dentro.

La garganta de Riki se hinchó pero Iason no se detuvo. Si se detenía, sabía que lastimaría más a Riki. Iason esperó a que la respiración de Riki se regulara.

Iason fue paciente; sabía que si solo tomaba a Riki por la fuerza, se resistiría. Con paciencia, Riki se transformaría en algo más. Iason lo sabía. Fue por eso que nunca envió a Riki a las fiestas de apareamiento, porque quería entrenar a Riki él mismo y encaminar esta transformación del cuerpo de Riki, para esculpir su carne y su deseo.

Riki retorció sus caderas. La dureza de Iason entró en él y embistió contra sus partes vitales.

La presión se levantó en el pecho de Riki. Era un dolor que bordeaba la intoxicación.

Riki contuvo el aliento. Era un éxtasis que nunca antes había experimentado.

No había una razón, ni orgullo, ni decepción.

Los ojos de Riki se encendieron.

Iason alcanzó las alturas de la intoxicación. Miró a Riki a los ojos y vio los colores de un eclipse.

Había deseo, entonces había pasión. Ardiendo, no se conocían límites.


AnK - Volúmen 7, Capítulo 10

Un silencio mortal dentro de la habitación.

“…ha…n…nn…aa…hnnn…haa..”

Jadeos calientes y resuellos se derramaban mezclándose entre ellos, haciendo que una flor obscena floreciera.

La atmósfera que emergía de la difusa luz sobre la enorme cama matrimonial era pesada y húmeda. Las desesperadas suplicas de Riki se añadían a la depravación y al calor que se arremolinaba por toda la habitación.

“Ah… aghr…”

Un áspero suspiro que se asemejaba a un gruñido sonó de repente con dulzura.

Riki tenía la frente perlada por el sudor. Sus dedos aferraban las sabanas, temblando. Sus labios resplandecían eróticamente en la oscuridad con un brillo nuevo.

Sus extremidades estaban rígidas.

Contorsionado.

Su garganta ahogó un gemido para dejar salir la dicha que le era aplicada.

El calor y hormigueo del momento se hundían en sus caderas como colmillos expuestos.

Riki contenía los sollozos y su cuerpo se retorcía y giraba, pero la rubia cabeza sobre sus caderas no se quitaba.

Los húmedos sonidos de la lengua de Iason no cesaban, se enroscaba en torno a la carne de Riki sin descanso.

Qué hacer para complacerlo.

Cómo le gustaba.

Donde se sentía bien.

Cómo le gustaba que lo hiciera venir.

No había nada que Iason no conociera sobre Riki.

Aflojaba.

Apretaba.

Provocándolo.

Tensionándolo.

Con su hombría preparada.

Volviendo a empezar.

Sus músculos tensos.

Sus vasos sanguíneos dilatados.

El néctar de su cuerpo derramándose.

Riki se estremeció, arqueando la espalda por los espasmos, sus testículos se levantaron sin pretenderlo, colgando. No podía resistir la técnica de la lengua hábil y deliciosa de Iason que lo asaltaba. Riki puso los ojos en blanco.

Además, tocando a tientas con la punta de su lengua, Iason metió sus dedos profundamente dentro de Riki. El fuego arremetió por su columna.

El cuerpo de Riki sucumbió ante el placer, la razón abandonó sus sentidos, y el deseo sexual pasó a primer plano.

El peso de las eróticas sensaciones se arremolinó a su alrededor y aplastaron su corazón en su agarre. La visión de Riki se tornó roja y no pudo ser consciente de nada más.

Incluso la ambrosía en exceso se convertía en veneno. El sexo con Iason era esa clase de droga mágica para Riki.

Riki temblaba desde su ingle, expuesta sin protestar, hasta las puntas de sus dedos, incapaz de acallar sus gemidos.

Atrapado por completo por la boca de Iason, el cuerpo entero de Riki se estremeció de nuevo.

En ese momento, Riki contuvo el aliento y arqueó la espalda.

La boca de Iason con Riki adentro se movía de arriba abajo. A pesar de que el cuerpo de Riki se había venido con un gemido fuerte, Iason no trató de levantar la cara. La garganta de Iason bebió lasciva y ávidamente.

Durante los primeros seis meses como mascota en Eos, este entrenamiento indecente e implacable le había correspondido ser ejecutado a Daryl. Riki había sido humillado para colocarlo erecto, con sus secretos expuestos para acoger el dedo de Iason. Eso hasta que la saliva de Daryl se pusiera viscosa. La humillación y el éxtasis habían recorrido la mente de Riki hasta dejarla en blanco, y acabar con su orgullo.

 

Riki no consideraba algo vergonzoso ni se oponía al sexo oral con Guy. Pero su entrenamiento como una mascota en Eos había sido una tortura, había sido un castigo. Después de su primera fiesta de presentación, cuando el anillo había sido colocado en Riki, a Daryl nunca más le fue solicitado que actuara sobre élpero aun así ni el mismo Iason, nunca, había puesto su boca en la carne de Riki más que para marcársela dolorosamente. La preferencia de Iason era dominar. Quizás porque Riki era tan rebelde y obstinado siempre y resistía la urgencia de ceder ante el placer o el dolor.



En Eos, el sexo entre las mascotas era llamado apareamiento. No había vergüenza ni atracción, solo coito entre mascotas hembra y macho.

A Riki se le había permitido complacerse a sí mismo al principio en lugar de ser sometido a las fiestas de apareamiento, pero de repente un día Iason le prohibió eso también, sin advertencia.

Desde entonces, Iason le prestó atención personal a su mascota tan a menudo que Riki ya no tuvo la energía ni la fuerza física para masturbarse. Así debía ser.

Las otras mascotas adoraban ostentar chupetones y se asombraban cuando veían a Riki caminar con ellos, pero para Riki era insoportable exponerse de esa forma. Y como Iason le había prohibido a Riki masturbarse, Iason había bebido del néctar de la carne de Riki él mismo, regularmente. Eso era esencial para una mascota lasciva.

Era más frecuente que las otras maneras en que Iason lo violabapero el dolor era infinitamente mayor. Aun cuando era drenado en su totalidad, Iason no se detendría.

No tengo más.

Sin importar cuantas veces Riki suplicara por piedad.

No.

Era inútil volver el rostro.

Dame un respiro.

Incluso si Riki torcía la cintura y trataba de escapar, Iason lo empujaba hacia atrás por la fuerza y lo acostaba. Riki se estremecía una y otra vez.

Violado hasta lo más profundo, sentenciado a convertirse en la mascota de Iasonesclavo de la despiadada avaricia sexual de este y de su incansable y esculpido físico artificial.

Riki fue abierto cada vez más profundo.

El placer era interminable.

El éxtasis no llegaba a su fin.

Antes de Iason, Riki nunca había conocido tales sensaciones. Su cuerpo entero se sacudía hasta quedar seco quedando inconsciente a menudo, y una vez que Iason lo había hecho suyo… Riki no pudo pensar en nadie que pudiera comparársele. Su cuerpo recordaba la forma de Iason, y el profundo placer que le brindaba estaba teñido de recuerdos, por lo que se sentía incómodo con cualquier otro.

El pensamiento le daba miedo de una forma que nada había logrado.

Cuando Riki había regresado a los barrios bajos, tenía miedo.

Tenía miedo de que nadie a quien tocara pudiera compararse a Iason. Miedo de convertirse en lo que había sido en Eos en toda su desvergonzada depravación. Riki quería alejar los recuerdos, las sensaciones, lavar todo ese veneno de la mera esencia de su ser. Al menos Riki creyó que la monotonía de los barrios bajos le ayudaría a olvidar.

Pero solo podía sentir sed por su hambre insatisfecha.

Aun cuando tenía una erección, no podía alcanzarla. No quería recordar la familiar fría voz de Iason en su oído, pero no podía eyacular a menos que recordara su tono hipnótico, su fiero tacto.

Riki se odiaba a sí mismo por desear todo eso.

Y aquella noche.

Cuando Iason había entrado a su apartamento por primera vez en un año, cuando Riki había sido tomado por Iason, Riki no había podido evitar ser consciente del hambre que sentía y su cuerpo había perdido la razón con la esperanza de obtener las caricias de Iason.

Ese momento, fue la primera vez que Riki quiso estar con Iason de verdad.

Riki estaba dispuesto a elegir satisfacer esa sensación de hambre a cambio de su libertad. Incluso si era una elección irreversible.

Tener sexo con Iason había cambiado algo en él. En el verdadero sentido, no podía evitar darse cuenta.

En los tres años como mascota, Riki había sido Riki negando completamente las sensaciones agradables y la humillación que conllevaban. Sin embargo, al regresar a Eos, Riki se había dado cuenta de que no era el único que había cambiado. La manera en que Iason tenía sexo con él también era diferente.

Iason decidiendo colocar su boca sobre Riki era prueba suficiente.

Antes del regreso de Riki, Iason se dedicaba a estimular sus zonas erógenas lamiendo sus pezones suavemente y, aunque daba besos sofocantes, nunca había tomado las partes más íntimas de Riki en su boca.

Qué un amo disfrutara de acostarse con su mascota era ir en contra de Eos, es decir, la línea final del mal gusto de Iason como Blondie, la única que nunca cruzaría.

Hasta ahora.

Sin tabúes o recelos, Iason feló a Riki como si fuera su derecho.

Riki pensaba que habiendo sido criado por tres años en Eos como la mascota de Iason, había experimentado ya cada aspecto de la vergüenza. Estaba equivocado.

Aguantar y eyacular hasta el cansancio. No debía sentirse apenado porque Iason inspeccionara todo su cuerpo. Ese era el paso número uno en el veneno de mascota, deshacerse del pudor.

Daryl había sido parte de ese proceso. Riki no tenía forma de saber que implicar directamente a los furniture en el entrenamiento sexual era algo insólito en Eos, pero ese había sido el propósito de Iason desde el principio.

La boca de Iason sobre Riki provocaba olas de vergüenza y negación que Riki no sabía que aún podía sentir.

Idiota.

Detente.

Pervertido.

Riki maldecía y maldecía a Iason.

No pasó mucho tiempo antes de que la voz de Riki se quebrara y se hiciera obscena. Solo un giro de la lengua de Iason hacía a Riki gritar y estremecerse. A diferencia de solo ser tocado con los dedos, la sensación de la lengua era más profunda. La sensación en su sensible piel era distinta del placer normal.

Reacio a permitirlo, Riki fue sometido hasta que se quedó sin voz.

Iason estaba obsesionado con encontrar una nueva zona erógena.

Quitando el líquido preseminal, para lograr más estimulación Iason lo chupó suavemente hasta que la carne de la punta se puso de un color obsceno.

No solo tomaba la base del pene de Riki en su boca sino también los testículos, succionando cada joya una tras la otra. Era muy diferente de ser tocado allí solo con los dedos.

Riki abrió las piernas involuntariamente y Iason se las apresó hacia abajo con ambos codos exponiendo su miembro. Cuando cada esfera fue succionada, Riki se estremeció inesperadamente.

Siendo engullido por esa lengua, el placer fue distinto, y Riki temió ser aplastado por lo que sus dedos se crisparon dolorosamente.

Ahora ese miedo se convertía en placer.

Allí en Apatia, el sexo con Iason era más denso, tal vez porque no estaba Cal. Solo se incrementaba la consciencia y el sentimiento hacia Riki.

Desagradable.

Imposible.

Riki no había creído que dejaría Eos jamás. Aquel día, Iason lo había acompañado llevándolo con correa y Riki permaneció ignorante del destino al que se dirigían. Entró a un elevador gravitacional reservado exclusivamente para los Blondies, hasta llegar a un parqueadero subterráneo donde se subió a una limosina aérea que los esperaba y los llevó directo hasta Apatia.

Además, por alguna razón, Katze estaba allí.

Riki, quien no tenía ni idea de lo que estaba pasando, fue informado por primera vez de que Apatía sería su nuevo hogar y que sería un mensajero en el Mercado Negro.

 

Aquella vez en ese cuarto médico.

Sácame de Eos, había gritado Riki.

Riki había dicho eso en un impulso, sin pensar que se convertiría en esto.

Debía haber una razón para ello. Riki empezó a indagar al respecto y dio con la respuesta.

Tal vez saber que todos los furniture en Eos era tomados de Guardián y eran en esencia mestizoshacía imposible mantener a Riki en Eos.

Por supuesto, Iason no había dicho nada al respecto.

Parecía como si la falta de información era parte de la verdad, y Riki no quería presionar.

 

Ahora.

Iason terminó de succionar a Riki hasta dejarlo seco. Aun así, la sensación de adormecimiento permaneció. La respiración de Riki era desigual, su pulso se aceleró. Sus pensamientos eran firmes, aunque su cabeza estaba envuelta en vértigo.

La pesadez sobre sus caderas se fue. Riki supo que Iason lo había liberado. Conteniendo el aliento, Riki se quitó el pegajoso cabello de la frente. Su manó temblaba. Su cuerpo todavía se sacudía por los espasmos.

El deseo de su entrepierna aún no estaba completamente satisfecho.

¿Qué… me pasa?

Era un misterio que no comprendía.

Algo diferente de lo habitual.

Pero no estaba seguro de qué era diferente.

Frustrado, la mano de Riki bajó hasta su entrepierna. Había tenido tres orgasmos.

Iason se acomodó y lo besó. Riki inmediatamente se puso erecto. Olas de vergüenza y negación lo golpearon.

No había visto a Iason en una semana, lo cual no era excusa.

La segunda vez le había acariciado todo el cuerpo.

No parecía que fuera a funcionar.

Suavemente.

El fuego dentro de Riki quemaba con una sensación agradable.

Riki estaba impaciente.

“Solo… hazlo.”

Iason retorció sus pezones duros y los lamió.




“¿Qué quieres?”

“¿Dónde lo quieres?”

“¿Cómo te gustaría que te lo hiciera?”

Simplemente ser acariciado no proporcionaba el estímulo donde más lo anhelaba.

Exprimido.

Frotado.

¡Deja que me corra!

Riki suplicó.

Riki no estaba acostumbrado a rogar por placer, y Iason saboreó el momento.

Por favor.

Para un Blondie, el placer era un derecho, para ser tomado a voluntad. Iason nunca había necesitado un gesto de consentimiento. Iason deseaba subyugar a Riki. Hacerlo suplicar y finalmente tener a Riki a su voluntad.

Pero en Apatia eso era un poco diferente.

“¿Quieres más?” le susurró Iason al oído.

Iason, que tenía la fuerza para tomarlo, se estaba conteniendo, esperando las palabras de Riki.

Esa era otra de las incomodidades después de haberse mudado a Apatía.

De acuerdo. Antes de que la sensación restante de su segunda eyaculación que parecía estarse desvaneciendo, se enfriara.

Ciertamente, era la primera vez con Iason después de una semana.

Pero esto era algo más.

Riki se agarró amargamente con la mano.

Y de repente, Iason se rio por lo bajo.

“¿Qué pasa? ¿Todavía no es suficiente?”

Como si pudiera ver a través de él.

“No eseso.”

Su orgullo se hizo añicos con esa voz que gritaba.

“Entonces, ¿qué?”

Sin poder dar una respuesta, Riki se volvió de espaldas a Iason.

Con una leve sonrisa Iason le acarició la espalda a Riki.

“¡…ah!”

El calor hizo a Riki jadear como si la sangre le estuviese quemando ahí donde su piel encontraba las manos de Iason.

De inmediato, la entrepierna de Riki se estremeció otra vez.

No puede… ser.

Pero era cierto, y Riki estaba molesto. sintiéndose humillado, Riki se cubrió la ingle con ambas manos. Iason se las apartó a un lado y agarró la hombría de Riki.

“Estás listo de nuevo.” La voz de Iason era un suave suspiro en la oreja de Riki y a pesar de que su fría voz no estaba relacionada con algo lascivo, por alguna razón, en ese momento su esencia inspiraba lujuria. Aunque Riki lo odió, no pudo evitar colocarse más duro.

“¿Me quieres… adentro?”

Riki se mordió el labio.

“No puedes dormirte así” Iason paseó su lengua por el lóbulo de la oreja de Riki.

Riki tembló y se endureció más en la palma de Iason. No había forma de ocultarlo.

¿Qué mierda ocurre conmigo hoy? ¿Qué me está pasando?

Riki cerró los ojos con fuerza para recuperarse.

Iason dejó de sonreír.

Era el Muir.

Muir era un vino afrodisíaco de efecto retardado. Era un licor muy raro usado para entrenar mascotas y estimularlas para las fiestas de presentación y las veladas de apareamiento.

Después del segundo orgasmo de Riki, Iason lo usó en lugar de agua mineral para refrescar la seca garganta de Riki pasándoselo de boca a boca. Riki bebió ávidamente, inconsciente de lo que era. Como nunca se lo habían administrado antes, no conocía ni el sabor del Muir ni lo que le haría a su cuerpo y a su mente.

Iason generalmente no requería de un afrodisiaco con Riki. Sin él, Iason podía dominar a Riki a pesar de todo. Pero por razones que Iason no entendió muy bien o prefirió no hacerlo, decidió actuar por impulso.

A Iason no le importaba su estatus como Blondie. El poder, el prestigio—el deseo de dominar, subyugar, poseer—había tomado ventaja sobre él y llenado sus pensamientos. Deseo por la exquisita, frágil y orgánica carne de Riki. Y envidia de las sensaciones que Iason nunca podría sentir.

¿Él, un blondie, inmortal de todo menos de nombre, envidioso de la carne condenada a la mortalidad? ¿Era eso?

Incluso si entendía la pasión como un ejercicio intelectual y la experimentaba en cierto sentido en su todavía orgánico cerebro, el dilema de Iason era que no podía sentir el éxtasis que consumía a Riki.

Los Blondies como Iason poseían el poder de la vida y la muerte. Los mestizos como Riki eran comprados, vendidos y desechados. Esa era la ley de la naturaleza.

La fría mirada de Aisha.

El tono incrédulo de Gideon.

La severa advertencia de Raoul.

Orphe.

Aquellas últimas palabras habían golpeado contra la mente de Iason.

Caer del cielo, para dar vueltas fuera de control y alcanzar el final—

Había sido para encontrar la respuesta por lo que recurrió a emplear el Muir. Sin planteamiento ni razón, quizás dentro de Riki y su mortalidad había algo que pudieran compartir, alguna respuesta que Iason encontraría.

Saberlo era inútil.

Iason vivía para dominar. Era la mera esencia de su existencia. Era la única forma que tenía de ser él mismo.


lunes, 27 de julio de 2020

AnK - Volúmen 7, Capítulo 9


Ese mismo día.
          En la madriguera habitual.
          “¿Qué carajo?”
          Seguía siendo de día, pero Luke ya estaba encaminado a emborracharse con licor barato.
          “Oye, Guy—Kirie estaba asustado de muerte, ¿verdad? Ese chico de Guardián que se estaba follando se volvió loco, ¿verdad? Nada de esto tiene ningún puto sentido,” la lengua venenosa de Luke no se detuvo. “Le conviene más a Guardián lanzar un comunicado de que están ejecutando gente por misericordia. Solo hacerlo público, ¿por qué no?”
          “Cierra la puta boca, Luke.” Norris le dio un mordisco a su comida sintética.
          Sid se quedó en silencio de acuerdo con él.
          Guy suspiró.
          “La pregunta es de dónde viene el dinero. Kirie estaba tras él y metió la pata.”
          Para Kirie usar la ventaja sexual como palanca no había sido un inconveniente, incluso si era un muchacho menor de edad al cuidado de Guardián. No era algo que Guy y el resto de Bison fueran a hacer tal cosa alguna vez. Kirie era maravilloso para encontrar ventajas. Si solo hubiera tenido más carácter en él, hubiera podido hacerse un buen nombre por su cuenta.
          Pero esto… esto era innombrable.
          Tomando un sorbo de su bebida sin alcohol, Guy recordó lo que Zico le había dicho.

         El representante de Zico los había contactado dos semanas después de su encuentro inicial, y Guy y Luke se habían encontrado a sí mismos de vuelta en Neal Darts. Pensaban que todo se aclararía y esperaban que su frustración y confusión desaparecieran, que Zico tuviera las respuestas que estaban buscando.
          Lo que escucharon estaba más allá de lo impensable.
          Mirándolos derecho a los ojos a ambos, Zico dijo: “Psicólogos contratados por Guardián administran eutanasia a aquellos bajo su cuidado.”
          Las palabras eran graves.
          Psicólogos.
          Eutanasia.
          Entendían el significado de esas dos palabras, pero no les encontraban ninguna relación y obviamente no añadían nada.
          Zico continuó, “Lo que queda del cuerpo es cultivado y vendido en el bajo mundo.”
          Era como si Guy y Luke estuvieran siendo golpeados en la cara.
          “¿¡Qué mierda!?”
          “¡Esa es una puta mentira!”
          Ambos azotaron la palma de su mano en la mesa, pero no había forma de negar las palabras de Zico.
          Como previendo dicha reacción, Zico sonrió. “Ustedes mismos lo dijeron—hay una conexión entre el bajo mundo y Guardián. ¿Están sorprendidos?”
          Ninguno de ellos quería saber.
          La información de Zico estaba más allá de la imaginación.
          Pensar en eso hacía que les doliera la cabeza.
          Zico continuó, “¿Recuerdan ese juego conocido como Atrapasueños que fue popular en los barrios bajos no hace mucho tiempo? ¿Ese que causaba daño permanente al cerebro?”
          Guy y Luke asintieron. Atrapasueños era un juego holográfico online, vendido únicamente en Ceres. La falta de medios de entretenimiento en los barrios bajos lo habían hecho inmensamente popular. Cada conexión a la red neural tenía dos o tres equipos.
          El problema era que Atrapasueños era adictivo—y causaba daño permanente con el tiempo. Después de que un número de fatalidades sacudió a Ceres, el juego se desvaneció en silencio.
          Había un rumor de que Midas estaba usando a los mestizos como sujetos de pruebas para un experimento de control mental. Nadie sabía la verdad de eso. Nadie se atrevía a preguntar.
          “Se está utilizando una versión mejorada del mismo juego.”
          “¿Mejorado?”
          Zico manipuló una placa de datos oculta en su asiento y proyectó una holopantalla.
          “Esta versión mejorada introduce unas nanopartículas en la corriente cerebral. Estas crean la ilusión de que lo que sueña el sujeto—cualquier sueño—es enteramente real.”
          Guy dijo, “Espera, ¿o sea que mueres, no mientras duermes, sino durante tus sueños?”
          “Sí, más bien pacíficamente.”
          Luke se quedó boquiabierto.
          “Las endorfinas liberadas por el cerebro son cultivadas. Estas tienen un efecto rejuvenecedor en las células orgánicas y son muy apreciadas en el Mercado Negro,” explicó Zico sin esfuerzos, y entonces se rio. “Por favor, no me miren así. Solo estoy transmitiéndoles la información… Si no les gusta, ¿les gustaría un descuento?”
          “¿Endorfinas?” preguntó Luke.
          Zico asintió. “Usar células madre es un completo desperdicio. Las mujeres son comodidades muy valiosas; ningún embarazo se interrumpiría para cosechar los fetos por ellas. Por sí solo, es completamente ineficiente desde un punto de vista de costos.”
          No había emoción en la voz de Zico.
          Pero las palabras de Zico eran ciertas. La población de Ceres era un 99% masculina. Las mujeres eran invaluables, cuidadas desde el nacimiento hasta la muerte.
          No—en verdad eran una comodidad, una fuente para ser embargada y manejada para convertirse en máquinas de parir.
          ¿Qué significaba todo esto?
          Zico continuó. “Por el precio adecuado, hay sueños en criogénico. Incluso cuerpos cibernéticos. Aplicar la eutanasia a los pobres para cultivo, no es inusual en absoluto.”
          Fuera verdad o no, Guy no tenía forma de saber. Ceres había sido excluido de todas las redes neurales.
          “Hasta las personas de Ceres quieren morir en paz, sin dudas.”
          “¿Incluso si saben que van a ser cultivados?” exclamó Luke.
          Zico se encogió de hombros. “A nadie debería importarle lo que le pase al cuerpo después de la muerte, ¿no?”
          La idea de tener su cuerpo cortado en pedazos utilizables llenaba a Guy de repulsión.
          “Para los pobres, significa poder morir felices en un estado de sueño. La gente muerta vale dinero. Aplicar eutanasia no es gratis. Moralizar el asunto no hace la muerte más agradable para nada,” dijo Zico en tonos planos.
          Para los mestizos, estar bajo Guardián era el único lugar pacífico de sus vidas.
          Era donde eran criados hasta la edad de trece años en centros de educación. Esas memorias de infancia los mantenía a flote dentro de la miseria de los barrios bajos. Incluso si esas memorias eran más placenteras de lo que eran en realidad. Guardián les proveía de refugio. Consuelo.
          La verdad de lo que había pasado en Guardián sacudió a Guy y a Luke profundamente.
          Había cosas que la gente no quería saber.
          Había verdades que la gente no podía manejar.
          “Me pregunto si Riki sabía,” murmuró Norris. “Quizás es eso por lo que cambió de la forma en que lo hizo.”
          Todo el mundo se miró a los ojos.
          Sin decir palabra alguna, las miradas cayeron al suelo, cada uno perdido en sus propios pensamientos.