lunes, 27 de julio de 2020

AnK - Volúmen 7, Capítulo 9


Ese mismo día.
          En la madriguera habitual.
          “¿Qué carajo?”
          Seguía siendo de día, pero Luke ya estaba encaminado a emborracharse con licor barato.
          “Oye, Guy—Kirie estaba asustado de muerte, ¿verdad? Ese chico de Guardián que se estaba follando se volvió loco, ¿verdad? Nada de esto tiene ningún puto sentido,” la lengua venenosa de Luke no se detuvo. “Le conviene más a Guardián lanzar un comunicado de que están ejecutando gente por misericordia. Solo hacerlo público, ¿por qué no?”
          “Cierra la puta boca, Luke.” Norris le dio un mordisco a su comida sintética.
          Sid se quedó en silencio de acuerdo con él.
          Guy suspiró.
          “La pregunta es de dónde viene el dinero. Kirie estaba tras él y metió la pata.”
          Para Kirie usar la ventaja sexual como palanca no había sido un inconveniente, incluso si era un muchacho menor de edad al cuidado de Guardián. No era algo que Guy y el resto de Bison fueran a hacer tal cosa alguna vez. Kirie era maravilloso para encontrar ventajas. Si solo hubiera tenido más carácter en él, hubiera podido hacerse un buen nombre por su cuenta.
          Pero esto… esto era innombrable.
          Tomando un sorbo de su bebida sin alcohol, Guy recordó lo que Zico le había dicho.

         El representante de Zico los había contactado dos semanas después de su encuentro inicial, y Guy y Luke se habían encontrado a sí mismos de vuelta en Neal Darts. Pensaban que todo se aclararía y esperaban que su frustración y confusión desaparecieran, que Zico tuviera las respuestas que estaban buscando.
          Lo que escucharon estaba más allá de lo impensable.
          Mirándolos derecho a los ojos a ambos, Zico dijo: “Psicólogos contratados por Guardián administran eutanasia a aquellos bajo su cuidado.”
          Las palabras eran graves.
          Psicólogos.
          Eutanasia.
          Entendían el significado de esas dos palabras, pero no les encontraban ninguna relación y obviamente no añadían nada.
          Zico continuó, “Lo que queda del cuerpo es cultivado y vendido en el bajo mundo.”
          Era como si Guy y Luke estuvieran siendo golpeados en la cara.
          “¿¡Qué mierda!?”
          “¡Esa es una puta mentira!”
          Ambos azotaron la palma de su mano en la mesa, pero no había forma de negar las palabras de Zico.
          Como previendo dicha reacción, Zico sonrió. “Ustedes mismos lo dijeron—hay una conexión entre el bajo mundo y Guardián. ¿Están sorprendidos?”
          Ninguno de ellos quería saber.
          La información de Zico estaba más allá de la imaginación.
          Pensar en eso hacía que les doliera la cabeza.
          Zico continuó, “¿Recuerdan ese juego conocido como Atrapasueños que fue popular en los barrios bajos no hace mucho tiempo? ¿Ese que causaba daño permanente al cerebro?”
          Guy y Luke asintieron. Atrapasueños era un juego holográfico online, vendido únicamente en Ceres. La falta de medios de entretenimiento en los barrios bajos lo habían hecho inmensamente popular. Cada conexión a la red neural tenía dos o tres equipos.
          El problema era que Atrapasueños era adictivo—y causaba daño permanente con el tiempo. Después de que un número de fatalidades sacudió a Ceres, el juego se desvaneció en silencio.
          Había un rumor de que Midas estaba usando a los mestizos como sujetos de pruebas para un experimento de control mental. Nadie sabía la verdad de eso. Nadie se atrevía a preguntar.
          “Se está utilizando una versión mejorada del mismo juego.”
          “¿Mejorado?”
          Zico manipuló una placa de datos oculta en su asiento y proyectó una holopantalla.
          “Esta versión mejorada introduce unas nanopartículas en la corriente cerebral. Estas crean la ilusión de que lo que sueña el sujeto—cualquier sueño—es enteramente real.”
          Guy dijo, “Espera, ¿o sea que mueres, no mientras duermes, sino durante tus sueños?”
          “Sí, más bien pacíficamente.”
          Luke se quedó boquiabierto.
          “Las endorfinas liberadas por el cerebro son cultivadas. Estas tienen un efecto rejuvenecedor en las células orgánicas y son muy apreciadas en el Mercado Negro,” explicó Zico sin esfuerzos, y entonces se rio. “Por favor, no me miren así. Solo estoy transmitiéndoles la información… Si no les gusta, ¿les gustaría un descuento?”
          “¿Endorfinas?” preguntó Luke.
          Zico asintió. “Usar células madre es un completo desperdicio. Las mujeres son comodidades muy valiosas; ningún embarazo se interrumpiría para cosechar los fetos por ellas. Por sí solo, es completamente ineficiente desde un punto de vista de costos.”
          No había emoción en la voz de Zico.
          Pero las palabras de Zico eran ciertas. La población de Ceres era un 99% masculina. Las mujeres eran invaluables, cuidadas desde el nacimiento hasta la muerte.
          No—en verdad eran una comodidad, una fuente para ser embargada y manejada para convertirse en máquinas de parir.
          ¿Qué significaba todo esto?
          Zico continuó. “Por el precio adecuado, hay sueños en criogénico. Incluso cuerpos cibernéticos. Aplicar la eutanasia a los pobres para cultivo, no es inusual en absoluto.”
          Fuera verdad o no, Guy no tenía forma de saber. Ceres había sido excluido de todas las redes neurales.
          “Hasta las personas de Ceres quieren morir en paz, sin dudas.”
          “¿Incluso si saben que van a ser cultivados?” exclamó Luke.
          Zico se encogió de hombros. “A nadie debería importarle lo que le pase al cuerpo después de la muerte, ¿no?”
          La idea de tener su cuerpo cortado en pedazos utilizables llenaba a Guy de repulsión.
          “Para los pobres, significa poder morir felices en un estado de sueño. La gente muerta vale dinero. Aplicar eutanasia no es gratis. Moralizar el asunto no hace la muerte más agradable para nada,” dijo Zico en tonos planos.
          Para los mestizos, estar bajo Guardián era el único lugar pacífico de sus vidas.
          Era donde eran criados hasta la edad de trece años en centros de educación. Esas memorias de infancia los mantenía a flote dentro de la miseria de los barrios bajos. Incluso si esas memorias eran más placenteras de lo que eran en realidad. Guardián les proveía de refugio. Consuelo.
          La verdad de lo que había pasado en Guardián sacudió a Guy y a Luke profundamente.
          Había cosas que la gente no quería saber.
          Había verdades que la gente no podía manejar.
          “Me pregunto si Riki sabía,” murmuró Norris. “Quizás es eso por lo que cambió de la forma en que lo hizo.”
          Todo el mundo se miró a los ojos.
          Sin decir palabra alguna, las miradas cayeron al suelo, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

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