miércoles, 1 de julio de 2020

AnK - Volúmen 7, Capítulo 6


“Vaya pedazo de situación,” Orphe frunció el ceño
“¿Cómo pudo terminar así?” dijo Raoul con ironía.
“Tu mascota es una desgracia, Iason,” dijo Aisha con su voz mecánica.
“¿Qué clase de situación es esta?”
“No es problema, sino catástrofe.”
“¿No tiene tu mascota sentido alguno de responsabilidad?”
Iason no era ajeno a las críticas sobre Riki, pero esta vez era diferente. La situación podía haber cambiado, pero la fuente del problema seguía siendo la misma.
El regreso de Riki a Eos había creado una gran cantidad de discusiones acaloradas entre los Blondies, y la decisión final había sido tomada por Orphe.
‘Puede que traiga un refrescante cambio a este lugar’
Eso era lo que Iason había dicho sobre meter a un mestizo dentro de Eos, pero el precio de eso estaba más allá de lo esperado.
“Riki es el agravado en este caso,” declaró Iason enfáticamente, pero los otros tres Blondies no cedieron un ápice.
La herida en el brazo de Riki era tan profunda que tres días después, aún seguía en el hospital.
Que le negaran el acceso a Riki por el tratamiento, tenía amargado a Iason. O quizás el tratamiento es simplemente una excusa y la verdad es que lo están interrogando.
“El furniture en cuestión ha sufrido un traumatismo contundente, hemorragias internas, una clavícula rota y varias costillas astilladas. Mi mascota casi murió desangrada. Claramente fue en defensa propia.”
Después de todo, el furniture tenía un cuchillo afuera en público. El intento de matar resultaba obvio. Nadie podía culpar a Riki por lo que había hecho.
Riki indudablemente se había reformado después de su regreso a Eos. De otra forma, el incidente con el Paradita se hubiera convertido en un escándalo mucho mayor más rápidamente. Riki no había causado problemas en todo el tiempo en que había estado en Eos, ni antes ni después de su escape. Estaba simplemente respondiendo a la provocación como lo haría un mestizo.
“Tu mascota dice lo mismo,” asintió Orphe.
“Entonces, ¿cuál es el inconveniente?”
“Estamos indagando sobre la verdad del asunto, pero se niega a contestar.”
Iason entornó los ojos.
“¿Es esa la razón por la que tienen retenido a Riki todavía?”
“Sí,” dijo Orphe.
El rumor sobre el incidente se había regado por todo Eos. Antes de que llegara seguridad, un montón de mascotas había ido a contemplar la escena. El furniture de un Onix derribado por la mascota de un Blondie—y ninguna otra que el mismísimo mestizo.
“¡Perdóneme, amo!”
Iason recordaba a Cal temblando de miedo. Las acciones de una mascota hablaban mal del amo, pero las fallas de los furniture hablaban aun peor. La reputación de Iason debía estar en pedazos después de dos escándalos involucrando a Riki—pero tal era el prestigio de Iason, que ese estaba lejos de ser el caso. Para el Onyx dueño de Miguel, era una cuestión completamente diferente. Toda oportunidad de avanzar socialmente se había esfumado gracias al furniture.
“Preguntadle al furniture por qué ha agredido a Riki.”
“Hay un inconveniente con eso,” replicó Orphe.
Los ojos de Iason se entornaron más. “¿Un inconveniente con qué?”
Raoul respondió: “No ha habido daño cerebral, pero la mente ha colapsado. El furniture está catatónico.”
Y entonces Iason entendió por qué Raoul estaba presente.
Raoul continuó: “El furniture está consciente pero no hay respuesta o funciones cerebrales de orden superior. Para todos los efectos, el furniture ni siquiera es consciente de que está vivo.”
“¿Te refieres a que se encuentra en un estado vegetativo?”
“Sí,” respondió Raoul.
“¿Y cuál es la razón?”
“No tengo ni idea. Busqué por las causas primordiales, pero al furniture se le ha borrado la memoria.”
“¿Me estás queriendo decir que su cerebro se ha reiniciado?”
“No. Las sinapsis murieron por completo.”
Lo que significaba que el furniture sería liquidado para cosecharlo.
“El furniture puede estar muerto pero la grabación de seguridad persiste.”
Orphe habló: “Hay otro inconveniente. De alguna forma, el sistema dejó de funcionar.”
“¿Quieres decir, la red de seguridad de Eos siguió funcionando, pero se apagaron las cámaras?”
Orphe asintió. “El apagón fue solo por treinta minutos, pero cubrió el incidente entero. No existen grabaciones. Es por eso que la respuesta ante el incidente ha tardado.”
Escuchar a Orphe hablar, hacía parecer que alguien había arreglado todo aquello deliberadamente. Hubiera sido algo inconcebible en Eos, si Daryl no hubiera hackeado la computadora central de seguridad antes de dejar escapar a Riki.
Orphe prosiguió, “En otras palabras, no tenemos nada con que probar la inocencia o culpa de tu mascota.”
Iason se quedó callado.
El violento estallido de un furniture.
El silencio de Riki.
Un misterioso colapso de los sistemas de seguridad.
A Iason se le ocurrió pensar que esto podía ser un plan para terminar con Riki, pero Orphe no se hubiera molestado con métodos así de solapados. Entonces, ¿quién? Y, ¿por qué?
“¿Qué dijo el furniture del Platino?” Preguntó Iason.
“Que encontraron que la pelea había terminado con el furniture en el suelo,” dijo Aisha.
Orphe continuó: “El furniture en cuestión tiene marcas de ahorcamiento en el cuello, pero el furniture de Aisha dice que no vio nada de eso. Seguramente la confusión del momento lo afectó.”
La mascota hembra que había presenciado el evento probablemente estaba pasando por una amnesia temporal.
“¿Por qué no cuestionar al Paradita?” Inquirió Iason.
Los ojos de Raoul revelaron un reproche.
Orphe suspiró.
Aisha permaneció en silencio.
Iason no había pretendido que sus palabras tuvieran tal efecto, pero le había cruzado por la mente el pensamiento de que haber mantenido a Riki castigado en casa, había sido inútil después de todo.
“El Paradita se recupera de una enfermedad,” replicó Orphe.
Entonces, por supuesto, todas las citas de apareamiento habían sido canceladas.
“Qué inesperado,” dijo Iason secamente.
“Tengo una sugerencia,” dijo Orphe.
“Si quieres interrogar químicamente a mi mascota, la respuesta es no. Ponerlo en manos de Raoul para un hackeo neuronal está fuera de discusión,” declaró Iason en un tono que no admitía tregua.
Orphe dejó salir un profundo suspiro.
“¿Por qué no me dejas hacerme cargo?”
“Porque no quiere quedar implicado junto a su mascota,” dijo Aisha cínicamente.
“Qué bajo de tu parte, Aisha,” rio Iason. “¿Implicado en qué?”
“Todo el mundo sabe que estás obsesionado con tu mestizo. Sin importar qué tan terrible se haya vuelto tu gusto en mascotas, las cosas son diferentes ahora.”
La cara de Iason se oscureció. Lo que Aisha estaba diciendo no tenía sentido. Aparentemente, Orphe y Raoul estaban contentos con dejar que fuera Aisha quien decidiera. Lo que significaba que era Iason el único que no estaba enterado de los avances del intento de Aisha.
“Tomass ha dicho que tu mascota no sabía que el furniture que lo atacó pertenecía al Paradita,” dijo Aisha.
Por supuesto. Riki no tenía interés en las Leyes de mascotas, mucho menos en los nombres de los furniture o sus tareas.
“Pero sabía quién era el furniture,” dijo Aisha misteriosamente. “Su nombre era Vince—antes, cuando estaba al cuidado de Guardián.”
“Así que a eso se remonta todo.” Iason hizo una pausa, y finalmente entendió por qué Riki seguía siendo reteniendo.
Independientemente de cómo se hubiera desarrollado el incidente, Riki se había dado cuenta de que todos los furniture en Eos eran seleccionados de los bloques de Guardián. Esa era la epitome del problema, y Aisha lo sabía. De correrse la voz sobre eso fuera o dentro de Eos, el escándalo sería el más grande de todos y los daños serían incalculables.
“Así que Riki conoce que, tanto él como los furniture, comparten el mismo origen. ¿Es eso lo que deseas mantener en secreto?”
“Queremos saber qué sabe tu mascota. El cerebro del furniture es inútil y Riki es nuestra única pista. Queremos que nos diga todo lo que sabe y borrarle la mente.”
Se había hecho clara la razón por la cuál Raoul estaba presente. Si Iason no hubiera estado ahí para detenerlos, sin dudas Aisha y Orphe hubieran procedido de acuerdo con lo planeado.
“¿Pensaban que podían asegurar mi cooperación tan fácilmente?” preguntó Iason.
“Sabemos que tu obsesión no conoce límites.”
“Así que no querían disgustarme sin consultármelo primero, ¿no es así?” Iason estaba furioso.
Orphe habló: “Tu mestizo no cuenta con una imprenta o un control hipnótico. Es un animal salvaje. No sería un problema implantarle una nueva identidad, pero tu mestizo es resiliente. ¿No es así, Raoul?”
Como si le hubieran recordado a Kirie, Raoul se quedó en silencio.
“Si implantan recuerdos, habrá fallas en el procedimiento. No se pueden permitir que eso suceda,” afirmó Iason.
“¿Entonces qué?”
“Dejen que hable con él. Sé cómo sacarle la verdad a mi mascota. No habrá complicaciones.”
Los derechos de las mascotas estaban a disposición de su dueño. Sin importar la voluntad de Orphe o Aisha, esos derechos eran sagrados en Eos. Y para revocar tales derechos se requería de un procedimiento para el cual no había tiempo.
Aisha miró a Orphe. Orphe suspiró.
“No me cuesta nada hacer que me hable,” dijo Iason en tonos medidos.
“Entendemos.”
Con eso, Iason se levantó para retirarse.
Aisha lo detuvo. “Iason.”
“¿Qué?”
“Quiero que recuerdes una cosa,” Aisha hizo una pausa. “Mi furniture Tomass también ha sido marcado por esto. Encuentra una respuesta que sea adecuada no solo para los Blondies sino para los furniture.”
Aisha nunca diría una cosa como esa normalmente, pero Iason entendía lo que había detrás. De sembrarse la inquietud sobre los rangos de los furniture, significaría que el orden en Eos dejaría de existir. Y eso era algo que debía evitarse a toda costa.
“Haré lo que sea necesario.”
Con eso, Iason se marchó.

Un cuarto médico pintado de colores pastel.
Dormir. Despertar. Tres comidas al día.
Sin nada más qué hacer, Riki tenía todo el tiempo del mundo. El cuarto médico era solo para tratamiento, no para relajarse. No había nada para combatir el aburrimiento.
Cuando Iason entró a la habitación, Riki retrocedió.
“Menuda tragedia.”
Esperando palabras más duras, Riki estaba sorprendido.
“¿Te duele?”
“Está mejor,” respondió Riki.
“La herida sanará en dos días más. Sin dejar rastro.”
A Riki no le importaba si obtenía más cicatrices, pero esa era la vida en los barrios bajos, no en Eos, donde la medicina de Tanagura había sido perfeccionada por la ciencia.
No hay lugar para ningún dios entre nosotros.
Raoul había dicho esas palabras. Considerado a través de los diferentes mundos tanto como un loco y como un bioquímico sin igual. Bajo la ciencia, hasta las condiciones incurables podían ser tratadas en Tanagura; la mayoría de las enfermedades se habían extinguido. Toda la humanidad recibía los beneficios de alguna forma, pero el abismo entre la religión y la ciencia solo se había profundizado.
Las mascotas eran creadas hermosas en Eos y completas, sin heridas ni cicatrices. La única concesión de desperfecto que cargaban en su piel eran los chupetones. A Riki nunca le faltaban. Habían reemplazado sus cicatrices ganadas con esfuerzo en los barrios bajos, al ser pulido por la nanorobótica. El recuerdo de cada cicatriz, de cada confrontación, le fue retirado a Riki, como si Eos buscase negar los orígenes de Riki.
“¿Cuándo me voy a casa?”
“Cuando cuentes la verdad sobre lo que pasó.”
Riki permaneció en silencio. “Entonces vámonos.” Empezó a levantarse de la cama, pero Iason le asió por el brazo firmemente.



“¿Qué?”
“El furniture al que te enfrentaste era uno de tus compañeros de bloque en Guardián.”
Riki se congeló.
“Vince, ¿cierto?”
“Simon. Su nombre era Simon.” La negación llegó rápido a Riki.
“¿Qué ocurrió en la sala de elevadores?”
“Ya les dije.” Riki se quedó mirando a Iason.
“A mí no.” Iason insistió con firmeza.
“Solo mira las grabaciones de seguridad.”
Riki sabía que se encontraba en la lista negra y que cada movimiento que hacía en Eos era observado por alguien en alguna parte. Se había enterado de esto una vez más tras ser castigado durante tres semanas.
Era obvio lo que había ocurrido en la sala de elevadores. Vince lo había atacado con un cuchillo y Riki se había defendido. Llevar al enloquecido Vince hacia la zona muerta de las cámaras le había costado, pero lo había conseguido con éxito dadas las circunstancias, pensaba Riki. Que el furniture iba a ser castigado estaba más allá de toda duda—pero Riki quería mantener el incidente por lo bajo de existir alguna posibilidad. Que Riki hubiera sufrido una herida casi letal había sido inesperado. Riki no había esperado que el furniture enloqueciera al ser llamado Vince, ni tampoco esperaba que sacara un chuchillo.
Si tan solo las cámaras de seguridad se apagaran. Riki pensaba que, de no existir pruebas, aún podría hacer algo para ocultarlo y quizás impedir que Iason se diera cuenta—pero era demasiado tarde ahora.
“Hay preguntas que deben ser respondidas.”
“¿Qué preguntas?”
“Por qué el furniture del Paradita te agredió. Su motivo.”
“Qué mierda sé yo. Pregúntale a Simon.”
“El furniture será interrogado como cuestión de procedimiento. En lo que estoy interesado es en tu perspectiva, para que pueda ser cotejada con la grabación de seguridad.”
“¿Qué hay de Simon?”
“Está bien. Sobrevivió al incidente sin efectos adversos. Está siendo sometido a interrogación mientras hablamos.”
Riki dedicó una larga y dura mirada a Iason. No es que eso fuera a cambiar nada.
“Sabes que mentirme es inaceptable, ¿verdad, Riki?”
Riki entendía. Esa lección estaba marcada en su propio ser.
“O usarás el anillo conmigo, ¿no?”
El silencio de Iason fue respuesta suficiente.
“Cuéntame lo que pasó,” ordenó Iason.
Riki suspiró. “No lo sé.”
Porque nada de lo que Vince decía tenía sentido. Nada.
“Si esto fuera los barrios bajos en vez de Eos, describiría a Simon como drogado o en un mal viaje, lo uno o lo otro. Así de loco sonaba.”
Suficientemente loco como para sacar un cuchillo.
“No sé de qué estaba hablando. Solo lo derribé tan pronto como pude una vez me amenazó con el cuchillo.”
Durante su tiempo bajo el cuidado de Guardián, Riki no había hecho nada para ganarse la enemistad de Vince.
Pero si Tomass dijo que Vince es Simon…
Si Vince/Simon era el furniture de Miguel, todo se hacía más claro.
“He tenido mucho tiempo para pensar y he llegado a una conclusión.”
“¿Cuál?”
“Él tenía miedo de que su mundo se viniera abajo.”
Elegido en contra de su voluntad, esterilizado químicamente, con su nombre siendo arrebatado—convertido en un furniture. Ese era el precio que Vince había pagado para convertirse en Simon el furniture, para renacer en una vida de lujos y servidumbre. Para Vince, Riki era sin dudas un monstruo que amenazaba todo por lo cual había trabajado para conseguir en Eos a través de Miguel.
“Había un chico cinco años menor que yo en Guardián,” Riki dejó salir un largo suspiro. “Iba detrás de mí como si venerara la tierra que yo pisaba desde el día en que le conocí.”
Por ese entonces, todo lo que a Riki le importaba era Guy—Guy era todo para él. Nada más importaba. Cuando la Madre de su bloque le había dicho a Riki que cuidara de Yunka, lo había hecho—solo porque se lo habían ordenado. Riki no había tenido otra opción.
Yunka perseguía a Riki a todas partes. Como un hermano mayor, Riki no tenía que compartir su vida privada por completo con Yunka; pero Yunka no lo entendía. O quizás solo no le daba importancia.
“Siempre era Riki esto, Riki aquello. Me seguía a todas partes constantemente,” justo como Miguel.
“¿Cómo el Paradita?” preguntó Iason.
Yunka y Miguel era completamente diferentes para Riki; la única similitud entre ellos era su admiración por Riki. Eso por sí solo había sido suficiente para preocupar a Vince.
 “Vince me vio como algo similar a eso. Tal vez veía a Yunka como a Miguel, y a Miguel como a Yunka. Como Yunka se juntaba conmigo, se metía en problemas con los otros y fue segregado por el resto del bloque… y Yunka cambió.”
Y entonces lo que había pasado hacía tanto tiempo. Riki cerró los ojos y reflexionó sobre el Yunka que había conocido y en lo que se había convertido.
“Vince probablemente tenía miedo de lo que pudiera pasar con las otras mascotas si Miguel andaba conmigo. Soy un buscapleitos a donde quiera que voy, ¿recuerdas? Falla de la mascota es falla del furniture, ¿no?”
Como furniture, Vince temía eso por encima de todo lo demás. Que compartiera el destino de Steen o Mimea.
“Pero Vince volviéndose loco…” Riki sacudió la cabeza. “Era totalmente Simon. No reconocí a Vince en esos ojos.”
Convertirse en Simon era todo lo que a Vince le quedaba. Su nueva identidad era todo lo que los furniture tenían. Eso probablemente también aplicaba para Katze. Para Simon, haber sido llamado Vince había sido la negación de su mera existencia en Eos.
“Una vez que lo llamé Vince, enloqueció.” Riki hizo una pausa. “Oye.”
“¿Qué pasa?”
“Esto.” Riki señaló el vendaje en su brazo izquierdo. “Si no hay cicatriz, entonces… ¿nada de esto ocurrió?”
“No es así,” dijo Iason con finalidad.
“¿Entonces qué? Los furniture de Eos son todos mestizos tomados de Guardián. Vince, Tomass, Oskar y yo ahora sabemos esto. ¿Ahora qué?”
Todo el mundo sabía que la mascota de Iason era un mestizo. Eso por sí mismo no era el problema. Pero no todos los furniture sabían que compartían los mismos orígenes entre todos. Ninguno de ellos lo admitiría por su cuenta. Habían visto el odio dirigido contra Riki. Ese secreto sobre su origen era solo conocido por los Blondies. De convertirse aquello en conocimiento público, todos los furniture en Eos serían atacados y el artificio cuidadosamente construido de su Distrito del Placer colapsaría.
“Y creí que yo era el único.” Riki lamentó profundamente lo ocurrido. “¿Tomass y Oskar serán castigados?”
“Esa no es una decisión que me competa a mí,” replicó Iason fríamente.
“¿Orphe?”
“Sí.”
“Entonces dile a Orphe que yo los llevé a esto. Que no es su culpa.”
“¿Es porque son mestizos como tú?”
“No.”
Eso era verdad para Riki. Sabía que los furniture de Eos venían de Guardián porque Katze se lo había dicho. Es por eso que Riki podía permanecer calmado incluso ahora. El destino final de Tomass y Oskar no le interesaba.
Riki era la mascota de Iason y ellos eran furniture.
Nada nunca cambiaba.
Iason miró fuertemente a Riki
“No me crees, ¿cierto?” Suspiró Riki.
Los ojos de Iason buscaron signos de debilidad.
“Ser el mestizo de Eos—esa era tu fuente de orgullo. Si los furniture compartieran, aunque fuera una pequeña fracción de tu desafío, Eos sería inmanejable.”
Riki hizo una pausa.
“Entonces libérame de Eos. Orphe se encargará del resto. Prefiero vivir en el bajo mundo, como Katze. Déjame en libertad.”
Riki había escupido las palabras en desafío. Era todo lo que le quedaba.

Simon no estaba. Quinto día.
La rutina de Miguel no había cambiado. Ya tenía un nuevo furniture.
Simon había hecho algo terrible y seguridad se lo había llevado; el Onyx estaba furioso.
El Onyx había dicho cosas malas sobre Simon. Sobre cómo lo había avergonzado y que era una desgracia. El Onyx tenía miedo de que Iason tomara represalias. Tal vez todos los Blondies lo harían.
Miguel parecía perturbado.
No creí que Simon fuera tan inútil. Creí que se encargaría de Riki, después de lo que Riki hizo para humillarme en público. Oh, bueno. Miguel suspiró.
Después del quinto día, Miguel empezó a aburrirse. Fingir estar enfermo tenía sus límites.
Al principio, la idea de Riki lo había hecho sentirse enfermo. Miguel había perdido el apetito. Pero esto se le pasó rápidamente, estaba cansado de estar atrapado en la residencia del Onyx y jugar juegos holográficos todo el día.
Antes de que todo esto pasara, las invitaciones para procrear eran comunes, por lo que Miguel nunca había sentido frustración sexual. Si alguna vez la sentía estando en casa, Simon estaba allí para satisfacerlo con su boca en secreto.
No es que se sintiera bien, nunca se sentía bien.
Era mejor cogerse a una mascota hembra. Mucho más satisfactorio.
Una vez que el amo regrese voy a pedirle que me envíe a los apareamientos otra vez, pensó Miguel.
Enterró un tenedor de forma distraída en su postre.

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