El viento que soplaba
desde la verde línea bajo el profundo cielo azul, se hacía más frío cada día.
La luz del sol que teñía el cielo azulado en esa época del año era fresca y
brillante.
Ceres.
Una-cincuenta de la tarde.
El
automóvil aéreo se movía con rapidez a través del concurrido centro urbano como
la temblorosa lengua de una serpiente. Las multitudes se hicieron una en lo que
aceleraba, rozando brevemente sus sentidos. Las luces traseras parpadeaban sin
descanso mientras el vehículo se balanceaba y movía a lo largo de las avenidas,
como publicitando la curiosa visión que resultaba.
La
elegancia del cuerpo plateado de alta calidad era obvia a simple vista. Ni una
mancha o desperfecto opacaba la superficie del metal. Aunque era de tamaño
compacto, la estética funcional del cuerpo optimizado y ágil indicaba una
eficiencia extraordinaria.
Esa
exquisita gema que los moradores de los barrios bajos casi nunca tenían la
oportunidad de observar, se abrió paso por la calle principal, dispersando la
basura esparcida por el pavimento, agrupando el polvo en pequeños remolinos.
Directo al edificio, girando a la izquierda
de la intersección.
Los espectadores se quedaron boquiabiertos
por la sorpresa. No podían quitarle los ojos de encima.
Habiéndose
entretenido hasta saciarse, aparentemente, y como si finalmente estuviese
satisfecho con su presentación, el auto aéreo descendió por fin.
“¿Quién diablos era
ese?” se preguntaban todos. ¿Piloteando esa cosa escandalosa y tan fuera de
lugar hasta ahí?
Haciendo su camino a
través de la algarabía inquisitiva, el auto aéreo descendió a tierra y se
detuvo. Con la mayor de las gracias, y sin el más mínimo chirrido o queja, la
puerta opuesta se abrió produciendo un suave whoosh. La bulliciosa
multitud se aquietó y contuvo la respiración en anticipación a lo que vendría
en lo que la ágil figura de un hombre bajaba del auto. Al ver su cara, la
conmoción se hizo peor.
Ahí estaba un
refinado y elegante Kirie, casi irreconocible.
Su resplandeciente
atuendo hecho a medida prácticamente brillaba sobre su esbelta silueta. Su
pecho estaba descubierto solo lo suficiente para revelar una cadena dorada. El
brazalete en su muñeca izquierda desprendía una luz única y lustrosa como si
fuera parte del conjunto. Para todos los que sabían, no eran adornos de
imitación.
La gente jadeó a su
pesar, exhalando suspiros de envidia. Las miradas que lo acompañaban de codicia
intensa alcanzaron una fuerza igual sino mayor, gradualmente circundándolo como
enredaderas espinosas.
Con todo, la
expresión de Kirie no cambió. Aparcando su coche de lujo que flotaba en el aire
con el control remoto en la mano, echó a andar de una forma en la que pretendía
sacudirse los ojos siguiéndolo, y giró a la izquierda en la primera
intersección.
Al final de esa calle
había un destartalado y viejo edificio. Se dirigió hacia el quinto piso
utilizando el anticuado elevador, atravesando corredores levadizos en el
corazón de la estructura. Se trataba de Laura, el escondite de reserva que Riki
y el resto de la pandilla disponían.
Kirie se acercó a la
puerta de color verde oscuro y se detuvo ahí. Por primera vez una sonrisa curvó
sus labios. Aunque era muy improbable que aquella repentina sonrisa se debiera
al hecho de pensar en volver a ver a sus viejos amigos después de tanto tiempo.
Había un pequeño
panel en la pared de la izquierda, y con mano experta Kirie ingresó la
contraseña. La puerta se abrió como presentándolo en escena.
Casi de inmediato oyó
la voz sarcástica y franca de Luke. “Cielos, pensé que se trataba de algún
maldito aristócrata armando todo ese jaleo.”
El producto de su
pequeña presentación pública de hacía un rato. O quizás Luke deseaba ponerlo en
su lugar. El hombre que acababa de entrar era siempre el de ocupar la posición
más baja en el escalafón.
“Ciertamente te
puliste. Te hiciste dos veces el hombre que solías ser.”
“Sí, sí. Te has
convertido en un espectáculo de luces ordinario.”
Se les había caído la
venda de los ojos y estaban viendo finalmente a Kirie en su esplendor verdadero
y natural. Aunque no parecieron en lo más mínimo perturbados por la
transformación. Casi daba la impresión de que estaban tratando de engañarlo.
Kirie sintió un pinchazo de decepción en su corazón.
Aun así respondió:
“Oigan, solo el de siempre, el de siempre. Pero mientras que lo pidan tan
amables—”
El mismo Kirie de
siempre, incapaz de disimular su actitud sabelotodo. Estaba vestido
perfectamente y su arrogancia no se quedaba atrás. O quizás se le estaban
subiendo los humos adrede. En cualquier caso, el sentido de superioridad que
Kirie estaba comandando sobre ellos era difícil de ignorar.
“Ciertamente te has
superado, Kirie,” murmuró Guy por lo bajo con una sonrisa forzada en los
labios. “Pero no vueles muy cerca del sol.”
Un pálpito, y Riki
escupió en voz alta, “Sigue siendo un mocoso.”
“Oye, oye, considera
las cosas desde su punto de vista. ¡Su triunfante regreso! Déjalo que se
abroche los pantalones y se jacte un poco.”
Aun con todo, tan
pronto reapareció por primera vez en tanto tiempo, Riki estaba allí echándole
en cara su mal humor.
Solo
estoy siguiendo tus pasos, colega. Pero ese era el tipo
de granada verbal que solo Guy se atrevería a lanzarle.
“¿Heh, siguen
bebiendo ese Stout de porquería? Les regalaré algo de Vartan vintage para la
próxima.”
“¿En serio? Wow,
parece ser que tienes mucho dinero. No sabía que vender a tus amigos a esos
malditos androides pagara tan bien.”
El interior de Kirie
ardió. Pero en lugar de lanzar un ataque como solía hacer, sonrió en cambio.
“¿Entonces por qué no intentarlo? Les daré las instrucciones si gustan.”
“Seguro. Y cuando me
quede sin alternativas te llamaré para pedir ayuda. Mientras tanto tomaré el
Vartan. Una botella o dos. ¿Pero por qué tan tacaño? ¿Qué te parece la maldita
despensa entera, su señoría?”
“Vale, vale.
Déjenmelo todo a mí. Hay más que suficiente de aquello de su elección para
beber. Solo inténtenlo y asegúrense de que no morir.”
Las ofensivas chanzas
que iban y venían arrojaban chispas que amenazaban con convertirse en un
infierno, y esta vez Norris interrumpió. “Nah, lo que sea que puedas gastarnos,
está bien. El Vartan no significa una mierda comparado con tener que lidiar con
Jeeks y sus engendros. Mandaron la casa de Herma al otro mundo. Se está
saliendo completamente de control.”
Esta vez, Kirie se
mofó imprudente y sarcásticamente de su timidez. “¿Lloras hasta quedarte
dormido por las noches? Hombre, qué vergüenza. Es obvio que Bison tiene el rabo
entre las patas.”
El silencio se sentía
como un pesado telón. Kirie no conocía el significado de aquel silencio. Los
problemas que habían visto. Los enfrentamientos y la discordia teniendo lugar
ahí en el filo de la cuchilla. Razón por la cual Kirie malentendió sus
palabras.
“Bueno, si gustan,
les reventaré la boca,” dijo con cada pedazo de su insufrible confianza. “Quien
no tenga ganas de pelear solo dígame y yo tomaré su lugar.” Carente de
inseguridad, cavaba su propia tumba.
“Oye, eso es
espantosamente bueno de ti,” dijo Norris con ironía. “Sí, suficiente con las
palabrerías. Nada está reteniendo a este muchacho.”
Aquella era
difícilmente la opinión general de la pandilla, pero podría haber sido
suficiente para expresar el enredijo de complejidades en sus corazones. Sin
sarcasmo y sin hacer burla. Fue suficiente para hacer que Kirie se sintiera de
lo más desconcertado.
“¿Qué? ¿Creen que
estoy alardeando?” Forzó una inflexión más alta en el corazón de la pregunta.
“Podría derribar a esos mocosos de los Jeeks sin derramar una sola gota de
sudor.” Completamente atrapado en la ilusión y olvidando donde se
encontraba, Kirie frunció sus hermosas cejas desafiante.
“Bueno—es obvio que
tienes una boca demasiado grande, pero lo creeré en cuanto lo vea. No es fácil
tomar en serio a los niños con grandes imaginaciones echándote cuentos
del mismo tamaño. Aunque no podemos ignorar el hecho de que gracias al
montón de debiluchos apropiándose de nuestros bienes y colgándose de
las glorias pasadas, todo el mundo ha sido tan amable en darnos más crédito del que merecemos.”
Luke y Sid
intercambiaron miradas—no concordaban tanto con lo que Norris había dicho como
lo hicieron con la forma en
que lo había dicho—y se rieron, la risa brotó de sus gargantas.
Kirie se mordió el labio.
Le dio la impresión de que sus plumas se erizaron deliberadamente por
haber sido noqueado después de un par de rounds. Le dio rabia. Por primera vez
fue consciente de lo que significaba labrarse un nombre en los barrios bajos.
Si retrocedía ahora terminaría siendo el perdedor del intercambio, así que
apretó los dientes y habló: “Vale. Muy pronto sabrán de qué estoy hecho. Soy un
hombre al que debe tomársele en serio.”
Se atrevió a
mantenerse firme, y en lo que los fulminaba con la mirada se sintió a la altura
de las circunstancias. ¡Estoy
labrándome un nombre y brindándole honor con mis actos! Pero
primero tenía una preocupación más grande: derribar la pared que se interponía
en su camino. Fue entonces cuando Kirie recordó por qué había venido hasta allí
en primer lugar.
Se compuso, tomó un
largo respiro, y caminó determinadamente hacia Guy. “¿Entonces, reconsideraste
nuestra conversación del otro día?”
Ignorando a Riki,
Kirie se sentó y miró a Guy directo a los ojos. No demostró ni un poco la
antipatía y repulsión que había estado experimentando hacía un minuto,
cambiando de estrategia sin esfuerzo. La transformación impresionó incluso a
Guy. Pero una cosa no tenía nada que ver con la otra.
Guy habló
francamente, sin denotar la más mínima prevaricación. “Si estás diciendo lo que
creo que estás diciendo, la respuesta sigue siendo no.”
Kirie chasqueó la
lengua sin querer. Ahora solo estaban empeorando las cosas. “Es por eso que
pregunté si tenías segundas intenciones.” Incontrolables sentimientos de irritación
espinaban su lengua y su voz se hizo más afilada.
“Eres un mocoso
persistente, Kirie.”
“¿Pero por qué?”
Insistió Kirie con rabia. “¿Por qué desaprovechar una grandiosa oportunidad?
¿No lo entiendes? Son las élites. Te examinaron y te aprobaron. ¿Por qué
declinar? Es un verdadero desperdicio.”
Habló sin sarcasmo ni
amargura, y ni una vez intentó recurrir al respeto propio de Guy. En cambio,
Kirie se tomó el rechazo como una pérdida personal. Si hubiera sido capaz de
llevarlo a cabo, solo un rayo de esa gloria recayendo sobre él habría sido
suficiente.
Sin embargo, la
franqueza de la expresión en su rostro no conmovió a Guy ni un poco.
“Estás esforzándote demasiado por convencerme, y no me lo creo,” dijo
Guy, su tono de voz no cambiaba.
“Pero te estoy
diciendo, ¡esto va a ser un éxito!” Kirie suspiró como si no pudiera creerse la
cosa. “Estás dándole demasiadas vueltas al asunto.”
“¿Un Blondie de
Tanagura quiere convertirnos en mascota a nosotros los mestizos?” Guy siseó
entre dientes. “¿Qué clase de maldita broma es esa?” A su lado la cabeza de
Riki se irguió de repente con brusquedad. “Además,” continuó Guy,
“¿Me estás diciendo que viniste hasta aquí para escogerme a mí? Me parece algo muy difícil de creer.
Soy un tipo ordinario, no importa cuán prometedores sean los anteojos tras los
que me mires. ¿No crees que alguien me confundió con un chico de una clase más
alta?”
“¿Por qué tienes que
ser tan negativo? Solo porque somos mestizos de los barrios bajos no significa
que tengamos que vivir así. ¡Te lo digo, no hay fallo! Lo escuché fuerte y
claro: el chico que anda con el
hombre de cabello negro. En ese entonces, estabas con Riki, así que
tiene que tratarse de ti, ¿verdad?”
Entonces
tiene que tratarse de mí, repitió Guy para sus adentros. Su
cabello era gris carbón. Era obvio que el Blondie no se sentía atraído por
ninguna particularidad de la persona de Guy. Con el hombre de cabello negro. Si de hecho era eso lo que
había dicho, entonces era a Riki a quien había estado buscando desde el
principio.
¿Pero por qué? ¿Por
qué escogerlo a él y no a Riki? Kirie insistió en que aquel trato sería un
“éxito”. Quizás tenía razón. En cuanto a los Blondies de Tanagura respectaba,
no tenía idea de qué cosas los hacía excitarse. Como Kirie decía, grandes
oportunidades como esas simplemente no se presentaban a diario. Cuando se
presentaba una oportunidad tan maravillosa, el sentido común te aconsejaba
abalanzarte sobre ella.
Pero había estado con
Riki desde su época en Guardián y era capaz de verse a sí mismo de manera
objetiva y descarada, en el más frío de los términos. Permitirse ceder a sus
deseos delante de sus ojos, haría que las consecuencias por ello le cobraran un
precio muy alto. Podía ver la verdad de esa regla donde fuera que mirara. Si
albergaba incluso la más mínima de las dudas, lo mejor que podía hacer
era no lanzarse imprudentemente
adelante. Ese instinto era crucial.
Kirie sostenía el
llamativo señuelo frente a sus ojos. No
seas el cobarde que no fue a por el éxito y el poder. Pero a ese punto
Guy no tenía intenciones de quebrantar las normas básicas que regían su vida.
“Pensemos en
esto otra vez. ¿De acuerdo? Una dulce oferta como esta—no existe el primer
tonto que no la aceptaría de plano.”
Pero Riki había
escuchado suficiente de Kirie. “¡Oye!” interrumpió, inclinándose hacia adelante
y sujetándole el brazo.
Kirie frunció el ceño
y se liberó de su agarre. “¿Qué?” gruñó claramente fastidiado por la
interrupción.
“¿Ese Blondie es el
mismo bastardo que vimos en la subasta de mascotas?”
“¿Y qué si lo es?”
En ese instante, como
un golpe directo a la cabeza, la imagen de Iason cruzó por su mente. Esa fría y
significativa sonrisa que había visto en Parque Mistral. Una extraña y gélida
sensación de pánico recorrió su espinazo. Se quedó en silencio.
Kirie lo miró de
vuelta, sus ojos expresaban todo su resentimiento y su rabia. “La invitación no
era para ti,” dijo con una risa
burlona.
Pero Riki no prestó
atención a los zafios intentos de ridiculizarlo. Su silencioso desprecio estaba
enfocado en una persona y solo una persona. En la imagen de ese Adonis en toda
su terrible y sagaz belleza. En Iason.
Ese día, el escondite
usado por Jeeks y su pandilla fue perpetrado por una bomba de gas lacrimógeno.
En medio de los gritos y gruñidos enojados, envueltos por las punzantes y
asfixiantes nubes de humo blanco, los muchachos salieron tropezando del
edificio de uno en uno.
La respuesta de los
curiosos a sus chillidos por ayuda fue fría e indiferente.
No, contraria a ser indiferente.
La impudencia y ferocidad de esos mocosos se
había vuelto en su contra, y aunque nadie era tan atrevido como para aplaudir a
los perpetradores del “crimen” en público, algunos pocos satisfechos
espectadores los felicitaban en voz baja.
Se
lo tienen bien merecido.
A diferencia de
Bison, reverenciados tanto con miedo como con admiración, la pandilla de los
Jeeks había agotado la paciencia de todo el mundo y se habían vuelto el objeto
de un odio general en los barrios bajos.
“Qué imagen tan
lamentable.”
“Mírenlos, mojando
sus pantalones.”
“Es todo lo que se
necesita para convertirlos en un montón de bebitos.”
Retorciéndose en el
suelo, aun llorando y moqueando no despertaron ni una pizca de lastima. Solo un
gran desdén y despotismo.
Esa humillación
convirtió rápidamente a los Jeeks en el blanco de todas las bromas, y el júbilo
despertó en la gente sentimientos de disgusto de nuevo. Nadie sabía quién lo
había comenzado, pero empezó a tomarse como verdadero y a comentarse como tal:
hasta donde los Jeeks sabían—Maddox también—su enemigo natural permanecía
siendo el fantasma de Bison y su igualmente fantasma reputación.
Ojo por ojo.
Esta
era la venganza de Bison. Los rumores recorrieron los
barrios bajos. La especulación se propagó como una enfermedad contagiosa,
creciendo y mutando hasta el más recóndito de los rincones, alcanzando
proporciones pandémicas.
Deberías tener un monumento con tu nombre grabado en él. Gracias por tu aporte y estaré esperando con ansias el siguiente capítulo
ResponderEliminar¡Qué amable! Hago lo que puedo, y me avergüenzo de mis constantes errores. Tal parece ser que aún no domino el inglés del todo >:) Pero sigamos adelante. Gracias a ti por el apoyo, cuídate. Esto cada vez se pone mejor.
EliminarHola!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu trabajo!!!!
Eres muy talentosa, estaré esperando la actualizacion
Gracias por tus palabras. Espero sigas leyendo la historia, cada vez se pone más buena a mi parecer. n,n
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