lunes, 23 de junio de 2014

AnK - Volumen 1, Capítulo 6

El viento que soplaba desde la verde línea bajo el profundo cielo azul, se hacía más frío cada día. La luz del sol que teñía el cielo azulado en esa época del año era fresca y brillante.
Ceres. Una-cincuenta de la tarde.
El automóvil aéreo se movía con rapidez a través del concurrido centro urbano como la temblorosa lengua de una serpiente. Las multitudes se hicieron una en lo que aceleraba, rozando brevemente sus sentidos. Las luces traseras parpadeaban sin descanso mientras el vehículo se balanceaba y movía a lo largo de las avenidas, como publicitando la curiosa visión que resultaba.
La elegancia del cuerpo plateado de alta calidad era obvia a simple vista. Ni una mancha o desperfecto opacaba la superficie del metal. Aunque era de tamaño compacto, la estética funcional del cuerpo optimizado y ágil indicaba una eficiencia extraordinaria.
Esa exquisita gema que los moradores de los barrios bajos casi nunca tenían la oportunidad de observar, se abrió paso por la calle principal, dispersando la basura esparcida por el pavimento, agrupando el polvo en pequeños remolinos.
Directo al edificio, girando a la izquierda de la intersección.
Los espectadores se quedaron boquiabiertos por la sorpresa. No podían quitarle los ojos de encima.
Habiéndose entretenido hasta saciarse, aparentemente, y como si finalmente estuviese satisfecho con su presentación, el auto aéreo descendió por fin.
“¿Quién diablos era ese?” se preguntaban todos. ¿Piloteando esa cosa escandalosa y tan fuera de lugar hasta ahí?
Haciendo su camino a través de la algarabía inquisitiva, el auto aéreo descendió a tierra y se detuvo. Con la mayor de las gracias, y sin el más mínimo chirrido o queja, la puerta opuesta se abrió produciendo un suave whoosh. La bulliciosa multitud se aquietó y contuvo la respiración en anticipación a lo que vendría en lo que la ágil figura de un hombre bajaba del auto. Al ver su cara, la conmoción se hizo peor.
Ahí estaba un refinado y elegante Kirie, casi irreconocible.
Su resplandeciente atuendo hecho a medida prácticamente brillaba sobre su esbelta silueta. Su pecho estaba descubierto solo lo suficiente para revelar una cadena dorada. El brazalete en su muñeca izquierda desprendía una luz única y lustrosa como si fuera parte del conjunto. Para todos los que sabían, no eran adornos de imitación.
La gente jadeó a su pesar, exhalando suspiros de envidia. Las miradas que lo acompañaban de codicia intensa alcanzaron una fuerza igual sino mayor, gradualmente circundándolo como enredaderas espinosas.
Con todo, la expresión de Kirie no cambió. Aparcando su coche de lujo que flotaba en el aire con el control remoto en la mano, echó a andar de una forma en la que pretendía sacudirse los ojos siguiéndolo, y giró a la izquierda en la primera intersección.
Al final de esa calle había un destartalado y viejo edificio. Se dirigió hacia el quinto piso utilizando el anticuado elevador, atravesando corredores levadizos en el corazón de la estructura. Se trataba de Laura, el escondite de reserva que Riki y el resto de la pandilla disponían.
Kirie se acercó a la puerta de color verde oscuro y se detuvo ahí. Por primera vez una sonrisa curvó sus labios. Aunque era muy improbable que aquella repentina sonrisa se debiera al hecho de pensar en volver a ver a sus viejos amigos después de tanto tiempo.
Había un pequeño panel en la pared de la izquierda, y con mano experta Kirie ingresó la contraseña. La puerta se abrió como presentándolo en escena.



Casi de inmediato oyó la voz sarcástica y franca de Luke. “Cielos, pensé que se trataba de algún maldito aristócrata armando todo ese jaleo.”
El producto de su pequeña presentación pública de hacía un rato. O quizás Luke deseaba ponerlo en su lugar. El hombre que acababa de entrar era siempre el de ocupar la posición más baja en el escalafón.
“Ciertamente te puliste. Te hiciste dos veces el hombre que solías ser.”
“Sí, sí. Te has convertido en un espectáculo de luces ordinario.”
Se les había caído la venda de los ojos y estaban viendo finalmente a Kirie en su esplendor verdadero y natural. Aunque no parecieron en lo más mínimo perturbados por la transformación. Casi daba la impresión de que estaban tratando de engañarlo. Kirie sintió un pinchazo de decepción en su corazón.
Aun así respondió: “Oigan, solo el de siempre, el de siempre. Pero mientras que lo pidan tan amables—”
El mismo Kirie de siempre, incapaz de disimular su actitud sabelotodo. Estaba vestido perfectamente y su arrogancia no se quedaba atrás. O quizás se le estaban subiendo los humos adrede. En cualquier caso, el sentido de superioridad que Kirie estaba comandando sobre ellos era difícil de ignorar.
“Ciertamente te has superado, Kirie,” murmuró Guy por lo bajo con una sonrisa forzada en los labios. “Pero no vueles muy cerca del sol.”
Un pálpito, y Riki escupió en voz alta, “Sigue siendo un mocoso.”
“Oye, oye, considera las cosas desde su punto de vista. ¡Su triunfante regreso! Déjalo que se abroche los pantalones y se jacte un poco.”
Aun con todo, tan pronto reapareció por primera vez en tanto tiempo, Riki estaba allí echándole en cara su mal humor.
Solo estoy siguiendo tus pasos, colega. Pero ese era el tipo de granada verbal que solo Guy se atrevería a lanzarle.
“¿Heh, siguen bebiendo ese Stout de porquería? Les regalaré algo de Vartan vintage para la próxima.”
“¿En serio? Wow, parece ser que tienes mucho dinero. No sabía que vender a tus amigos a esos malditos androides pagara tan bien.”
El interior de Kirie ardió. Pero en lugar de lanzar un ataque como solía hacer, sonrió en cambio. “¿Entonces por qué no intentarlo? Les daré las instrucciones si gustan.”
“Seguro. Y cuando me quede sin alternativas te llamaré para pedir ayuda. Mientras tanto tomaré el Vartan. Una botella o dos. ¿Pero por qué tan tacaño? ¿Qué te parece la maldita despensa entera, su señoría?”
“Vale, vale. Déjenmelo todo a mí. Hay más que suficiente de aquello de su elección para beber. Solo inténtenlo y asegúrense de que no morir.”
Las ofensivas chanzas que iban y venían arrojaban chispas que amenazaban con convertirse en un infierno, y esta vez Norris interrumpió. “Nah, lo que sea que puedas gastarnos, está bien. El Vartan no significa una mierda comparado con tener que lidiar con Jeeks y sus engendros. Mandaron la casa de Herma al otro mundo. Se está saliendo completamente de control.”
Esta vez, Kirie se mofó imprudente y sarcásticamente de su timidez. “¿Lloras hasta quedarte dormido por las noches? Hombre, qué vergüenza. Es obvio que Bison tiene el rabo entre las patas.”
El silencio se sentía como un pesado telón. Kirie no conocía el significado de aquel silencio. Los problemas que habían visto. Los enfrentamientos y la discordia teniendo lugar ahí en el filo de la cuchilla. Razón por la cual Kirie malentendió sus palabras.
“Bueno, si gustan, les reventaré la boca,” dijo con cada pedazo de su insufrible confianza. “Quien no tenga ganas de pelear solo dígame y yo tomaré su lugar.” Carente de inseguridad, cavaba su propia tumba.
“Oye, eso es espantosamente bueno de ti,” dijo Norris con ironía. “Sí, suficiente con las palabrerías. Nada está reteniendo a este muchacho.”
Aquella era difícilmente la opinión general de la pandilla, pero podría haber sido suficiente para expresar el enredijo de complejidades en sus corazones. Sin sarcasmo y sin hacer burla. Fue suficiente para hacer que Kirie se sintiera de lo más desconcertado.
“¿Qué? ¿Creen que estoy alardeando?” Forzó una inflexión más alta en el corazón de la pregunta. “Podría derribar a esos mocosos de los Jeeks sin derramar una sola gota de sudor.” Completamente atrapado en la ilusión y olvidando donde se encontraba, Kirie frunció sus hermosas cejas desafiante.
“Bueno—es obvio que tienes una boca demasiado grande, pero lo creeré en cuanto lo vea. No es fácil tomar en serio a los niños con grandes imaginaciones echándote cuentos del mismo tamaño. Aunque no podemos ignorar el hecho de que gracias al montón de debiluchos apropiándose de nuestros bienes y colgándose de las glorias pasadas, todo el mundo ha sido tan amable en darnos más crédito del que merecemos.”
Luke y Sid intercambiaron miradas—no concordaban tanto con lo que Norris había dicho como lo hicieron con la forma en que lo había dicho—y se rieron, la risa brotó de sus gargantas.
Kirie se mordió el labio. Le dio la impresión de que sus plumas se erizaron deliberadamente por haber sido noqueado después de un par de rounds. Le dio rabia. Por primera vez fue consciente de lo que significaba labrarse un nombre en los barrios bajos. Si retrocedía ahora terminaría siendo el perdedor del intercambio, así que apretó los dientes y habló: “Vale. Muy pronto sabrán de qué estoy hecho. Soy un hombre al que debe tomársele en serio.”
Se atrevió a mantenerse firme, y en lo que los fulminaba con la mirada se sintió a la altura de las circunstancias. ¡Estoy labrándome un nombre y brindándole honor con mis actos! Pero primero tenía una preocupación más grande: derribar la pared que se interponía en su camino. Fue entonces cuando Kirie recordó por qué había venido hasta allí en primer lugar.
Se compuso, tomó un largo respiro, y caminó determinadamente hacia Guy. “¿Entonces, reconsideraste nuestra conversación del otro día?”
Ignorando a Riki, Kirie se sentó y miró a Guy directo a los ojos. No demostró ni un poco la antipatía y repulsión que había estado experimentando hacía un minuto, cambiando de estrategia sin esfuerzo. La transformación impresionó incluso a Guy. Pero una cosa no tenía nada que ver con la otra.
Guy habló francamente, sin denotar la más mínima prevaricación. “Si estás diciendo lo que creo que estás diciendo, la respuesta sigue siendo no.”
Kirie chasqueó la lengua sin querer. Ahora solo estaban empeorando las cosas. “Es por eso que pregunté si tenías segundas intenciones.” Incontrolables sentimientos de irritación espinaban su lengua y su voz se hizo más afilada.
“Eres un mocoso persistente, Kirie.”
“¿Pero por qué?” Insistió Kirie con rabia. “¿Por qué desaprovechar una grandiosa oportunidad? ¿No lo entiendes? Son las élites. Te examinaron y te aprobaron. ¿Por qué declinar? Es un verdadero desperdicio.”
Habló sin sarcasmo ni amargura, y ni una vez intentó recurrir al respeto propio de Guy. En cambio, Kirie se tomó el rechazo como una pérdida personal. Si hubiera sido capaz de llevarlo a cabo, solo un rayo de esa gloria recayendo sobre él habría sido suficiente.
Sin embargo, la franqueza de la expresión en su rostro no conmovió a Guy ni un poco. “Estás esforzándote demasiado por convencerme, y no me lo creo,” dijo Guy, su tono de voz no cambiaba.
“Pero te estoy diciendo, ¡esto va a ser un éxito!” Kirie suspiró como si no pudiera creerse la cosa. “Estás dándole demasiadas vueltas al asunto.”
“¿Un Blondie de Tanagura quiere convertirnos en mascota a nosotros los mestizos?” Guy siseó entre dientes. “¿Qué clase de maldita broma es esa?” A su lado la cabeza de Riki se irguió de repente con brusquedad. “Además,” continuó Guy, “¿Me estás diciendo que viniste hasta aquí para escogerme a ? Me parece algo muy difícil de creer. Soy un tipo ordinario, no importa cuán prometedores sean los anteojos tras los que me mires. ¿No crees que alguien me confundió con un chico de una clase más alta?”
“¿Por qué tienes que ser tan negativo? Solo porque somos mestizos de los barrios bajos no significa que tengamos que vivir así. ¡Te lo digo, no hay fallo! Lo escuché fuerte y claro: el chico que anda con el hombre de cabello negro. En ese entonces, estabas con Riki, así que tiene que tratarse de ti, ¿verdad?”
Entonces tiene que tratarse de mí, repitió Guy para sus adentros. Su cabello era gris carbón. Era obvio que el Blondie no se sentía atraído por ninguna particularidad de la persona de Guy. Con el hombre de cabello negro. Si de hecho era eso lo que había dicho, entonces era a Riki a quien había estado buscando desde el principio.
¿Pero por qué? ¿Por qué escogerlo a él y no a Riki? Kirie insistió en que aquel trato sería un “éxito”. Quizás tenía razón. En cuanto a los Blondies de Tanagura respectaba, no tenía idea de qué cosas los hacía excitarse. Como Kirie decía, grandes oportunidades como esas simplemente no se presentaban a diario. Cuando se presentaba una oportunidad tan maravillosa, el sentido común te aconsejaba abalanzarte sobre ella.
Pero había estado con Riki desde su época en Guardián y era capaz de verse a sí mismo de manera objetiva y descarada, en el más frío de los términos. Permitirse ceder a sus deseos delante de sus ojos, haría que las consecuencias por ello le cobraran un precio muy alto. Podía ver la verdad de esa regla donde fuera que mirara. Si albergaba incluso la más mínima de las dudas, lo mejor que podía hacer era no lanzarse imprudentemente adelante. Ese instinto era crucial.
Kirie sostenía el llamativo señuelo frente a sus ojos. No seas el cobarde que no fue a por el éxito y el poder. Pero a ese punto Guy no tenía intenciones de quebrantar las normas básicas que regían su vida.
“Pensemos en esto otra vez. ¿De acuerdo? Una dulce oferta como esta—no existe el primer tonto que no la aceptaría de plano.”
Pero Riki había escuchado suficiente de Kirie. “¡Oye!” interrumpió, inclinándose hacia adelante y sujetándole el brazo.
Kirie frunció el ceño y se liberó de su agarre. “¿Qué?” gruñó claramente fastidiado por la interrupción.
“¿Ese Blondie es el mismo bastardo que vimos en la subasta de mascotas?”
“¿Y qué si lo es?”
En ese instante, como un golpe directo a la cabeza, la imagen de Iason cruzó por su mente. Esa fría y significativa sonrisa que había visto en Parque Mistral. Una extraña y gélida sensación de pánico recorrió su espinazo. Se quedó en silencio.
Kirie lo miró de vuelta, sus ojos expresaban todo su resentimiento y su rabia. “La invitación no era para ti,” dijo con una risa burlona.
Pero Riki no prestó atención a los zafios intentos de ridiculizarlo. Su silencioso desprecio estaba enfocado en una persona y solo una persona. En la imagen de ese Adonis en toda su terrible y sagaz belleza. En Iason.

Ese día, el escondite usado por Jeeks y su pandilla fue perpetrado por una bomba de gas lacrimógeno. En medio de los gritos y gruñidos enojados, envueltos por las punzantes y asfixiantes nubes de humo blanco, los muchachos salieron tropezando del edificio de uno en uno.
La respuesta de los curiosos a sus chillidos por ayuda fue fría e indiferente.
No, contraria a ser indiferente.
La impudencia y ferocidad de esos mocosos se había vuelto en su contra, y aunque nadie era tan atrevido como para aplaudir a los perpetradores del “crimen” en público, algunos pocos satisfechos espectadores los felicitaban en voz baja.
Se lo tienen bien merecido.
A diferencia de Bison, reverenciados tanto con miedo como con admiración, la pandilla de los Jeeks había agotado la paciencia de todo el mundo y se habían vuelto el objeto de un odio general en los barrios bajos.
“Qué imagen tan lamentable.”
“Mírenlos, mojando sus pantalones.”
“Es todo lo que se necesita para convertirlos en un montón de bebitos.”
Retorciéndose en el suelo, aun llorando y moqueando no despertaron ni una pizca de lastima. Solo un gran desdén y despotismo.
Esa humillación convirtió rápidamente a los Jeeks en el blanco de todas las bromas, y el júbilo despertó en la gente sentimientos de disgusto de nuevo. Nadie sabía quién lo había comenzado, pero empezó a tomarse como verdadero y a comentarse como tal: hasta donde los Jeeks sabían—Maddox también—su enemigo natural permanecía siendo el fantasma de Bison y su igualmente fantasma reputación.
Ojo por ojo.
Esta era la venganza de Bison. Los rumores recorrieron los barrios bajos. La especulación se propagó como una enfermedad contagiosa, creciendo y mutando hasta el más recóndito de los rincones, alcanzando proporciones pandémicas.

4 comentarios:

  1. Deberías tener un monumento con tu nombre grabado en él. Gracias por tu aporte y estaré esperando con ansias el siguiente capítulo

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    1. ¡Qué amable! Hago lo que puedo, y me avergüenzo de mis constantes errores. Tal parece ser que aún no domino el inglés del todo >:) Pero sigamos adelante. Gracias a ti por el apoyo, cuídate. Esto cada vez se pone mejor.

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  2. Hola!!!!
    Muchas gracias por tu trabajo!!!!
    Eres muy talentosa, estaré esperando la actualizacion

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    1. Gracias por tus palabras. Espero sigas leyendo la historia, cada vez se pone más buena a mi parecer. n,n

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