jueves, 25 de junio de 2020

AnK - Volúmen 7, Capítulo 2


Eos, último piso.
Donde solo los trece Blondies tenían permitida la estancia.
Ese día, habiendo comido su desayuno mucho más tarde de lo habitual, Riki se limpiaba los labios con una servilleta; y en ese momento, el furniture Cal habló:
“Hay un mensaje del amo.”
“¿Qué quiere?”
Después de dos meses, Cal se había acostumbrado a la brusquedad.
“Debe llegar a las 1500 al centro médico.” No había error en esas palabras. Quizás el sentido de discordia de Riki se debía a que esa habitación era diferente y era Cal, no Daryl, quien le hablaba.
“¿Karuga?”
“No, al bloque principal.”
Riki frunció el ceño. Los chequeos médicos mensuales obligatorios de las mascotas eran llevados a cabo en las instalaciones de Karuga-84. Esta vez era diferente.
“¿Por qué?” preguntó Riki.
“No me han informado,” respondió Cal.
Las órdenes de Iason no dejaban lugar a incertidumbres. No importaba cuales fueran las instrucciones, mascotas y furnitures no tenían derecho a rehusarse o negarse. Riki había pagado el precio de la obstinación, y el miedo al castigo penetraba hasta sus huesos. Sin duda Cal compartía el mismo miedo. En los ojos de Cal había un dejo de miedo en lo profundo. Era distinto a la sensación de distancia insondable en la mirada de Daryl. Más que nunca, Riki sintió agudamente su situación como mascota de Iason.
“De acuerdo.”
“Yo te acompañaré hasta el centro,” dijo Cal.
En otras palabras, con correa. La norma para la visita médica.
Cuando Riki asintió, Cal exhaló un pequeño suspiro de alivio. En aquel gesto, Riki vio los vestigios de la inexperiencia. Katze una vez había mencionado que todos los Furniture de Eos eran seleccionados de los adolescentes al cuidado de Guardián. Riki no tenía razones para dudarlo. Cal había sido Furniture escasamente por dos años.
Cuando Riki había entrado por primera vez a la residencia de Iason, Daryl había marcado la pauta con su juvenil exterior y experimentada calma. Inadvertido de los estándares para ser el furniture de un Blondie, Cal parecía quedarse corto en todo. O quizás Riki simplemente había envejecido, pero Riki era una excepción para todo en Eos.
Con su collar y correa de cuero negro, Riki constituía una figura caminando a través del salón, mientras las mascotas que pasaba le dedicaban miradas tanto de curiosidad como de odio. Como el centro médico y el salón estaban ubicados en el mismo piso, ver una mascota con collar era normalexcepto que todo acerca del veinteañero de Riki no era normal.
Incluso con su ausencia de año y medio, Riki conocía mejor el camino hacia el centro médico que Cal, así que lideró la marcha. La mano de Cal en la correa temblaba visiblemente.
Cuando había sido sentenciado a caminar ante el público por el salón durante un mes, la imagen de una mascota con un furniture nervioso a cuestas, estaba más allá de lo escandaloso. Que la primera mascota de un furniture fuera el buscapleitos de Eos, era demasiado para Cal.
Pero una caminata hasta el bloque principal del centro médico en lugar de Karuga-84 era nuevo para Riki.
Al llegar, el collar de Riki fue retirado y entonces fue guiado por un androide médico hacia el elevador.
¿De qué se trata esto?
Incluso cuestionar los motivos de Iason era inútil, saber que siempre había una razón detrás de todo lo que hacía Iason, enervaba a Riki.

Habitación número RS-35.
La puerta se abrió y Riki se quedó ahí, sin palabras.
En el centro de la habitación, reclinado en un sofá, estaba Iason. Sentado a su lado portando elegantemente el uniforme de Blondie, estaba Raoul. Solo eso había hecho diferente la habitación.
Pero lo que enmudeció a Riki no fue esofue la figura sentada en medio de los dos Blondies.
¿¡Kirie!?
La razón de la pelea amarga entre Riki y Guy, y su separación, en persona. Pero esto no era Ceres ni Midas. Esto era Eos.
¿Cómo? ¿Por qué?
La causa del fatal accidente de aerovehículos en Midas.
El objeto de una recompensa pegada en su frente.
Llevando secretos de los días de Guardián.
La razón por la que la MPC había arremetido por la fuerza contra los barrios bajos.
Kirie.
Riki recordó que Katze había sido quien buscó por cielo y tierra a Kirie. Y era obvio que Katze lo había capturadoasí que Riki se había olvidado sobre todo lo que tenía que ver con Kirie.
¿Pero por qué esto? ¿Tan si quiera es real?
Riki se debatió esa cuestión. Preguntas daban vueltas en su cabeza. Su pulso se aceleró.
Como viendo a través de la confusión de Riki, una voz exclamó: “¿Por qué te quedas ahí parado? ¿Por qué no vienes a sentarte con nosotros?” dijo Raoul con la más débil de las sonrisas.
Con el incidente de Mimea… incluso antes de eso, Riki era consciente de que Raoul lo despreciaba. La amabilidad manifiesta de Raoul, enervaba a Riki incluso más que el silencio de Iason.
Mirando reflexivamente a Raoul de vuelta, Riki se recargó pesadamente contra la pared.
Me tienes que estar jodiendo.
El odio de Riki hacia Kirie no se había desvanecido. Riki no entendía de qué iba todo aquello, pero no tenía intención de ser utilizado.
Como prediciendo aquella actitud suya, Raoul sonrió.
Riki ni se molestó en ocultar su disgusto. Sólo permaneció el silencio incómodo.
Entonces Riki notó algo en Kirie.
Kirieel arrogante, engreído, estaba sentado en silencio como si nada. Y entonces Kirie se rio y se puso de pie. Este no puede ser Kirie, pensó Riki. Algo anda mal. Es Kirie, pero no es Kirie.
Kirie sonrió con una dulce, aunque venenosa, mirada que clavó a Riki a su lugar. Con la promesa de deleites físicos, Kirie caminó hacia Riki. La visión dejó estupefacto a Riki.
Los ojos, manos y aliento de Kirie… sobre él. Las sensaciones engulleron los sentidos de Riki.




Esto no puede ser.
El calor del cuerpo de Kirie sobre el suyo. La presión, el tacto, los fuertes latidos… Riki retrocedió, su espalda en la pared, luchando contra el instinto carnal levantándose en su interior.
En ese momento un agudo y desgarrador dolor asaltó la entrepierna de Riki.
Riki empujó a Kirie a un lado y se alejó de él, con sus manos en la entrepierna y cayó al suelo.
Kirie miró fijamente a Riki, como si no recordara haber sido rechazado por él.
Riki empezó a sudar frío. Doblado sobre sí mismo y gimiendo de dolor, Riki fue consciente de que Raoul lo observaba por un largo rato. “¿Por qué no se lo permitiste? Ni siquiera se besaron.”
“Todo lo que hice fue demostrar lo que pasaría,” respondió Iason terminantemente, manipulando lentamente el control del anillo en su mano izquierda, enviando pulsos al anillo tipo-D ajustado a la base del pene de Riki. Con un toquecito, Iason podía torturar a Riki sin cesar o hacerlo perder el conocimiento.
El dolor paró. Riki respiró entrecortadamente. El zumbido en sus oídos era constante. La tortura del anillo era algo que no había sentido en un tiempopero que le era demasiado familiar.
“Bueno, no es perfectopero lo será. Incluso excitó a tu mascota un poquito,” dijo Raoul perversamente. Iason respondió con un frío silencio.
“No me mires asíno pasará otra vez, te lo aseguro,” dijo Raoul alegremente.
“¡Kirie!”
La voz de Raoul desgarradora como un látigo. Como si hubiera sido accionado algún interruptor, Kirie se dio la vuelta.
Riki miró con ojos borrosos por el dolor mientras Raoul dejaba la sala con su mano en el hombro de Kirie.
“¿Por qué convertir a Kirie en un Alita? ¿Para proveer a algún viejo cabrón de un juguete sexual?” dijo Riki ácidamente.
No le importaba si ese era el caso. No le simpatizaba Kirie.
Riki estaba molesto por haber sido tomado como prueba por Raoul, quien sin duda aún le guardaba rencor por lo de Mimea. Iason lo sabía y, sin embargo, había dejado que Raoul usara a Kirie para provocar a Riki. Eso era lo que había hecho enojar a Riki.
“Es un desperdicio liquidar a un espécimen con heterocromía natural,” dijo Iason fríamente.
Iason probablemente nunca hablaría con Riki de lo que había pasado con Kirie. No es que a Riki le importase. Si lo que sea que Kirie hubiera hecho le merecía ser reducido a existir como un autómata, entonces era el precio que Kirie pagaba.
“El poder genera un ansia por placer. Ese espécimen servirá a alguien como un espléndido juguete en su colección,” dijo Iason sin emoción. En Eos, Iason era reconocido por su gusto impecable en mascotas; pero tras ese suave exterior aguardaba una crueldad que Katze una vez describió como escalofriante hasta los huesos. Riki tembló.
“No le des importanciaRiki, tengo algo que mostrarte.” Iason encendió una pantalla holográfica.
“Se encontró esto en los recuerdos de Kirie.”
Para Iason, cuyo cuerpo inmortal era inorgánico, y cuya única concesión restante a la humanidad era su cerebrolos mestizos eran más que apropiados para la experimentación. No era que a Riki se le hubiese olvidado, pero nada podría haberlo preparado para lo que vio.
En la holopantalla había dos varones teniendo sexo. Uno de ellos era Kirie. Riki reprimió su disgusto.
No me interesa saber a quién se folló.
Era probablemente el recuerdo de Kirie de cuando sedujo a aquel adolescente en Guardián. Riki no tenía interés en los ligues de Kirie, pero cuando vio el rostro del otro hombre, su sangre se congeló.
El varón de cabello oscuro al que Kirie le acariciaba los testículos, era Riki.
El sudor rebordeaba su cabello negro, los tensos y enrojecidos pezones, su pene arqueado hacia el estómagoera Riki.
Riki no podía creer lo que veíasu visión se tornó borrosa. Su mente gritaba negación.
Si hubiera sido Guy en lugar de Kirie rasguñando su espalda, Riki hubiera preguntado cómo podría existir semejante grabaciónpero era Kirie.
Y ese no era Riki.
“¡No, ese no soy yo! ¡No! ¡No!”
En lo que Kirie embestía cada vez más adentro de Riki en la pantalla, Riki gritaba ante la imagen, queriéndola lejos.
“Kirie eyaculó varias veces cuando este recuerdo fue reproducido, sin ningún tipo de contacto físico en sus genitales,” habló Iason sin rodeos.
Riki sabía que no era él, pero no podía evitar sentir que le mostraban una versión deformada y libidinosa de él mismo.
“¡Ése no soy yo! ¡No! ¡Nunca!”
La holopantalla se desvaneció.
“¡No me tiré a Kirie! ¡Maldita sea! ¡No me tiré a Kirie!”
Cuando Riki había vuelto a los barrios bajos, pensó que podía recuperar los tres años que había perdido. Pero no pudo. No pudo ni decidirse a intentarloni siquiera con Guy. Riki sentía que, si trataba de tener sexo, la mascota pervertida en que se había convertido se reafirmaría, y no podía soportar mostrar ese lado de él a nadie. Pero al regresar a Eosal escuchar la voz de Iason otra veztoda la cordura y control de Riki habían colapsado.
“¡Ése no era yo!”
Riki pensó en Mimea. No quería volver a experimentar esa agonía otra vez por ser acusado erróneamente.
Iason se rio.
“Esto debe resultar familiar para ti, Riki. ¿O te da miedo que te castigue otra vez?”
Riki se mordió el labio, pero no pudo evitar sobresaltarse. No lo admitiría nunca. Nunca.
“¡No lo hice!”
Incluso si era inútil, Riki lo diría. Si ese era el recuerdo de Kirie, entonces Kirie estaba alucinando. Kirie no podía distinguir la realidad de la fantasía; vivía en un mundo de constantes pesadillas. Si la información de Katze era correcta, la pareja de Kirie era un miembro de Guardián.
“Kirie te deseaba. Muchísimo, debo añadir, para haber construido tal fantasía.”
“¿Fantasía?”
“Sí,” Iason cruzó las piernas en el sofá. “Cuando Kirie fue capturado era incoherente. Así que le administraron sedantes a su sistema.”
Kirie ya se había roto hacía dos años. Todo lo que quedaba de él era el deseo de no morir, pensó Riki.
“El cerebro humano es extraño. Cuando la interrogación química es inducida, este crea un mundo fantástico a modo de defensa.”
“¿Defensa?”
“Sí, fantasear sobre tener sexo contigo le resultaba agradable, y sacarlo de eso fue una verdadera batalla.”  Iason frunció el ceño en desagrado.
Riki estaba furioso.
Esa noche
Apaleado por la MPC, sus piernas temblando, empapado por la lluvia torrencial, Riki había regresado a su habitación para encontrarse a Kirie dentro de su armario con los ojos abiertos de miedo.
Ayúdame, fueron las palabras que salieron de Kirie, seguidas de un te amo. Esa torcida confesión de amor había sido procedida por las palabras, Si vas a ignorarme, prefiero que me odies por siempre.
Pensar que Kirie había albergado semejante fantasía en la profundidad de su torcida mente, asqueó a Riki. Incluso si el sexo en todas sus formas ya fuera consentido o violento, era trivial en los barrios bajos, si Kirie hubiera mencionado esas palabras con una cara regia, Riki lo hubiera acabado entonces y ahí mismo.
Ser pretendido por Luke no le había generado problemas a Riki en absoluto, pero con Kirie era algo diferente. Porque para Kirie, el sexo significaba mejorar personalmente a expensas de alguien más.
“¿Sabías que era una fantasía de Kirie desde el principio?” Preguntó Riki sin pensar.
Al menos cuando estuvo con Mimea, nadie lo había sorprendido. Pero el castigo por eso había ido más allá de la imaginación y lo brutal. Así que, aunque fuera una ilusión, era real a los ojos de Iason en la pantalla¿y cómo habría reaccionado? La idea cortó a Riki hasta los huesos.
“Al principio sentí la necesidad de estrangular cuando lo vi,” dijo Iason despreocupadamente, alarmando a Riki.
¿Estrangular a quién? ¿A Kirie? ¿A mí?
“Pero supe que no eras tú de inmediato.”
Los labios de Iason se curvaron perversamente.
“La forma en que gimes, la forma en que te retuerces, tu cara al eyacular, son completamente diferentes,” dijo Iason. Riki sintió el calor apoderarse de sus mejillas en vergüenza y rabia.
Cabrón.
“¿Entonces por qué me mostraste esa mierda asquerosa?”
“Para hacerte entender.”
“¿Entender qué?”
“Que no hay segundas oportunidades.” Los ojos de Iason eran tan fríos como el hielo. La voz acuchilló justo a través de Riki.
“¿Recuerdas lo que te dije antes?”
“¿Qué cosa?”
“Las reglas del salón.”
En la mayoría de los casosalgo pasaba en el salónpero Iason estaba hablando de otras reglas.
“Te refieres a no provocar, ¿verdad?”
“Sí.”
“Cualquier escándalo, no importa la causa, sin excusa. Castigo inmediato¿de acuerdo?”
No era como si alguien quisiera pelear con Riki ahora.
“Así que ya no me necesitas, ¿verdad? ¿Le digo a Cal que me recoja?”
“No te preocupes. Yo mismo te llevaré a casa.”
“¿Con correa?”
“Por supuesto.”
Con un suspiro, Riki bajó la mirada.

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