sábado, 27 de junio de 2020

AnK - Volúmen 7, Capítulo 4


Noche.
La bienvenida para el embajador de la séptima confederación Gildeas se había llevado a cabo en el consulado de Parthian.
El anfitrión era Gideon, y en calidad de director de información Iason se había encargado de la recepción, la cual concluyó sin problemas. El coche aéreo transportó a Iason de vuelta a Eos—no a su residencia, sino a donde Orphe le estaba esperando en la oficina central.
Habiendo anunciado su llegada por holollamada, Iason salió del elevador gravitacional para entrar a la compañía de la guardia de honor de Orphe.
Cada oficina de Blondie tenía su propia personalidad individual. La de Orphe no era la excepción; la decoración era elegante y atractiva. Lo que era diferente esta vez era la presencia de Aisha.
¿Qué es esto?
Iason no vocalizó las palabras, pero sus ojos dijeron suficiente.
Iason estaba ahí porque Orphe le había dicho que había un inconveniente con Riki. Que Orphe no le hubiera hablado sobre el tema por holollamada, daba cuenta de la gravedad de la situación como algo que Orphe no quería hacer público. Iason no esperaba que Aisha estuviera involucrado también.
¿Tendría que ver con la mascota de Aisha?
La enemistad entre la mascota de Aisha y Riki era legendaria; ambos se detestaban. Por eso, Iason, quien no tenía interés en las leyes de mascotas, podía recordar el nombre de la mascota de Aisha.
Para Riki, era un fastidio—pero la política de Riki era devolver cualquier acto de violencia tres veces peor. Y así la orgullosa mascota de Academia de Aisha había sido humillada en público. Ese había sido el mayor escándalo de Eos y había zanjado la reputación de Riki como el cruel e incontrolable mestizo, a los ojos de las otras mascotas.
Ninguna mascota se atrevía a desafiar a Riki directamente. Por supuesto, había habido un correspondiente incremento en los rumores e insinuaciones. La presencia de Riki en contravención con las normas establecidas de Eos no podía ser ignorada. La misma violaba todo lo que las mascotas entendían.
Las mascotas eran territoriales; era una cuestión de supervivencia tan antigua como la evolución, incluso en los Cuarteles del Placer de Eos. Pero los argumentos habían sido insignificantes hasta el momento en que Iason trajo a Riki al salón.
Riki era esa presencia única que desafiaba todo sobre Eos.
“No temas, no se trata de un problema,” dijo Orphe.
Entonces Iason no debía preocuparse. Riki estaba demostrando buenos modales y se estaba comportando.
“Pero es un inconveniente.” Con eso, Orphe activó una pantalla holográfica con un movimiento de su mano.
La imagen de un Paradita apareció. “¿Te acuerdas de este?” preguntó Orphe.
Sin dudas—en la fiesta en que había sido presentado, se había destacado. Raoul le había hablado tanto sobre los Paraditas a Iason que dos años después aún se acordaba.
“¿Qué ocurre con este híbrido de Paradita?” preguntó Iason.
“Aparentemente está fascinado con tu mestizo.” No había hostilidad en sus palabras, sino una especie de malestar. Iason levantó una ceja cuando la pantalla mostró el jardín. Y a Riki y el Paradita, juntos. Por la imagen, el contacto parecía ser frecuente. Por lo que parecía, podría tratarse de una cita, pero los ojos de Riki estaban imbuidos de hostilidad y disgusto.
Iason estaba satisfecho. Sin importar qué hubiera pensado Orphe, Riki no estaba interesado en el Paradita.
“¿Cuál es el inconveniente aquí?”
Todo indicaba que el Paradita estaba molestando a Riki. El inconveniente era claramente con el Paradita.
Y con eso, la presencia de Aisha no tenía sentido. El paradita pertenecía a un Onyx—y no tenía relación con la mascota de Aisha.
“¿Le ha pegado Riki al Paradita?” preguntó Iason.
“Sería más simple si lo hubiera hecho.” Orphe juntó los dedos y los presionó.
La verdad del asunto era que, de ser ese el caso, entonces Orphe podría aplastar felizmente a Riki sin pensárselo dos veces. Pero Orphe le había permitido a Iason traer de vuelta a Riki a Eos—y convertirse en el centro del escándalo una vez más. Para las personas como Gideon, esto era una fuente de entretenimiento. Pero era demasiado tarde para que Orphe pudiera revertir lo que ya estaba hecho.
“¿Entonces qué?”
“Ha habido una inesperada complicación.”
Como anticipando la respuesta de Iason, Aisha interrumpió secamente. “El furniture ha presentado una queja.”
Con la inesperada mención del furniture, Iason entornó los ojos.
Orphe continuó. “Con el furniture involucrado, el asunto se hace polémico. Todos sabemos qué clase de problemas acarrean las implicaciones de los furniture. Steen. Mimea. Daryl.”
Iason frunció el ceño al escuchar el nombre de su anterior furniture, el cual todavía recordaba bien.
“¿Entonces el furniture es el inconveniente?”
“Exacto.”
Aquello no explicaba la presencia de Aisha. Aisha podía ser el señor de Tanagura—pero sus derechos sobre Eos eran limitados. Que Orphe le consultara en cuanto a Furniture no tenía sentido. Tampoco tenía sentido lo contrario. Iason fue al grano.
“¿Aisha, ¿qué es lo que te preocupa de esto?”
Aisha hizo una pausa, entonces empezó: “Aparentemente, todo comenzó con el colapso nervioso del furniture asignado al Paradita.”
“¿Aparentemente?”
“En otras palabras, el furniture probablemente escuchó que su Paradita estaba relacionándose con tu mestizo.”
Aisha decía cosas con cierta falta de claridad que era de esperarse. Los furniture estaban protegidos por un voto de silencio.
Una vez que los anillos eran colocados en las fiestas de presentación, el registro de la mascota en Eos se completaba y ya no era necesario que utilizara collar. Los furniture no podían entrar al salón si no llevaban a una mascota con correa por entrenamiento u otra razón. Esto les hacía más complicado a los furniture monitorear a la mascota, aunque en el salón el riesgo de que una mascota se metiera en problemas se consideraba nulo.
Pero una vez que Riki se había convertido en una mascota, todo cambió. Más que las mascotas, los furniture tenían miedo de Riki. A los furniture se los responsabilizaba por la conducta de la mascota.
Había una red neural dedicada a los asuntos de las mascotas para acceso de los furniture, la cual previamente había estado vacía e inutilizada. Una vez que Riki llegó, el flujo de datos se hizo interminable. Las mascotas que regresaban a los furniture, llegaban llorando por la presencia del mestizo en su camino. Todos los furniture a lo largo de Eos temían que su mascota pudiera verse involucrada en algún terrible incidente con el mestizo.
La mascota de Aisha, Steen, había enloquecido y cortado a Riki con un cuchillo. Y entonces, Daryl había hackeado la reja de seguridad de Eos y facilitado el escape de Riki. Tales incidentes aterrorizaban a los furniture. Una vez que Riki se hubo marchado, creyeron que todo volvería a ser como había sido antes. Pero una vez que Riki regresó como un macho completamente maduro, el pánico se desató.
Cada furniture en Eos temía que Riki pudiera corromper a su mascota o comprometerla en alguna clase de incidente del cual el furniture nunca se recuperaría.
 “En el caso del furniture del Paradita, pensar en los problemas inminentes ocasionados por el mestizo, lo llevó a estar estresado hasta tal punto, en que no pudo seguir llevando a cabo sus funciones rutinarias,” dijo Aisha rotundamente.
Como si Aisha estuviera relatando un hecho que hubiera visto con sus propios ojos, la verdad hizo que Iason se sintiera peor.
Iason miró a Orphe, quien se mantuvo en silencio y levantó una esquina de su boca. Orphe parecía estar en total acuerdo con Aisha y estaba diciendo ‘también oí sobre esto’ en el fondo.
“Este furniture, que le pertenecía a un Onyx, se dirigió hasta el líder de su piso y eventualmente la discusión llegó a oídos de Tomass.”
Tomass era el furniture de Aisha. Iason finalmente comprendió en donde yacía la amenaza.
“¿Ha solicitado ayuda el furniture?”
Cuando Steen había perdido la cabeza, Tomass como su furniture había sido castigado. Ya que el castigo había sido administrado por su amo, Iason no se enteró de en qué había consistido. Pero si la mascota de Aisha había sido liquidada y el furniture seguía allí, entonces el castigo era evidente.
Las mascotas pensaban que los furniture asignados a una residencia eran cambiados de acuerdo a los deseos del amo. Pero los amos pensaban diferente. Las mascotas podían ser reemplazadas. No era igual en el caso de los furniture competentes.
“Tomass es el líder de piso del último nivel.”
“Justo ahora.”
Ser líder de piso del último nivel significaba tener autoridad sobre todos los furniture en Eos. Discutir cosas con Tomass tenía como fin llegar a oídos de Aisha.
“¿Es por eso que estás aquí?” preguntó Iason en dirección a Aisha.
“Sí.”
No era un grito de auxilio entre los furniture. Era un intento deliberado de influenciar a los Blondies a actuar contra Riki. Iason no pudo más que suspirar.
“¿Sobre qué te ha advertido tu furniture Tomass?”
“Sobre como todo esto puede ser arreglado discretamente.”
“¿Acaso no se convirtió todo esto en un asunto público desde el momento en que el furniture habló?”
“Si tu mestizo no estuviera involucrado, el furniture no habría tenido que recurrir a este método.”
Orphe habló, “¿Estabas al tanto de esto, Iason?”
“Algo así.”
“¿Algo así?”
“De verdad, Orphe, ¿no te parece que el asunto sería algo que yo mismo traería a colación?” Iason frunció el ceño.
“El Paradita no escucha a su furniture. No presta atención a las advertencias sobre tu mestizo. Está obsesionado,” habló Aisha en tono amenazador.
“¿Obsesionado?” repitió Iason.
“A lo mejor existía una relación antes de que tu mascota regresara.”
“¿Una relación?” la mirada de Iason se hizo más grave.
“¿Por qué no lo averiguas por ti mismo?” interrumpió Orphe. “Esa es mi recomendación.”
Iason le cortó el rollo. “¿Encarcelar a mi mascota hasta que el Paradita se calme?”
Orphe suspiró. Iason se quedó callado. La entera situación le disgustaba.
La situación con el Paradita. Desde la perspectiva de una mascota, Riki era un mestizo sin ni siquiera un número serial de crianza asociado.
Pero el Paradita le pertenecía a un Onyx, Iason era un Blondie—no había comparación en sus rangos. En Eos, todo se basaba en el rango. No es como si la posición de Iason como Blondie se hubiera puesto en duda alguna vez.
“Iason, tú no atiendes veladas sexuales con tu mascota así que no estás enterado, pero el Paradita es bastante popular. Las solicitudes para engendrar con él son interminables. Las reservaciones se han extendido hasta tres meses.” La voz de Aisha era tersa. “En resumidas cuentas, no puede ser visto con tu mestizo.”
Ese era un hecho.
Para las mascotas, la meta era emparejarse con mascotas de más y más alto nivel con el fin de obtener características deseables. En cuanto al Paradita, ser tan popular era sin duda una fuente de orgullo para su amo. Ser dueño de tal mascota decía mucho de su finura. Era solo natural que el Onyx quisiera proteger su propiedad.
Raoul había dicho que un híbrido de Paradita era excesivamente raro. Iason era muy consciente de eso.
En Midas, las razas de la Academia eran las más prestigiosas, pero aun en razas de bajo rango, la mutación se valoraba bastante. Si resultaba ser una mutación que no pudiera duplicarse, valía incluso más que un espécimen de la Academia.
“Por supuesto, si llevaras al mestizo a una velada sexual, eso lo cambiaría todo,” dijo Orphe sin un trazo de ironía. Iason sabía que, a pesar de la reputación de Riki, su presentación en la última fiesta había sido legendaria—y una interminable fuente de fascinación e interés para los otros Blondies y sus mascotas. Y aunque Iason lo sabía muy bien, no le interesaba en absoluto. A estas alturas, Iason no tenía otra opción más que ceder.
“¿Hasta cuando?” preguntó Iason.
“Por ahora, ¿tal vez tres semanas esté bien?”
Por ahora… esa frase tenía muchas implicaciones, pero era inútil discutir con Orphe.
“Entendido. ¿Por qué razón?” inquirió Iason. Riki sería difícil de convencer sin una razón. Otras mascotas solo obedecían cualquier orden sin pensarlo, pero Riki estaba lejos de ser obediente. “Mi mascota no será castigada sin que exista una razón.”
“Estás en lo cierto.”
Orphe pasó información con la mano en la pantalla holográfica hasta que esta se detuvo en una sola imagen.
“¿Qué tal debido a una violación a las reglas?”
La imagen era de Riki en el jardín, dormido en la rama de un árbol con dos pajaritos cantores encaramados sobre su cabeza.





Iason sonrió. Era una imagen que no podría ser vista nunca en ningún otro lugar.
“Tu mestizo aparentemente se ha revertido a su naturaleza bestial,” comentó Orphe.
“Ninguna otra mascota haría esto jamás,” coincidió Aisha.
Orphe notó la preocupación en la cara de Iason.
“Tu mestizo se ha comportado bastante bien. Esto es lo mejor que podemos hacer.”

La residencia de Iason ostentaba tejados altos. Unas ventanas panorámicas abiertas permitían la vista hacia la lejana torre de Júpiter.
A la hora usual, Riki salió para tomar el desayuno preparado por Cal. Iason en forma rara apareció en pijamas.
“Buenos días, amo,” saludó Cal con deferencia. Iason asintió con la cabeza y se sentó a la mesa frente a Riki. Eso no era algo que a Riki le gustara ver temprano en la mañana. Un mal presentimiento lo subió al mestizo por la espalda.
“¿Qué?”
“Quedas castigado por tres semanas.”
La mano de Riki se detuvo. “¿Y por qué?” la mirada directa de Riki a Iason fue suficiente para impedir que Cal, quien estaba sirviendo eficientemente el desayuno junto a Riki, permaneciera calmado.
Riki no estaba convencido.
Su mirada decía más que mil palabras. Riki se había comportado tan bien que no podía recordar haber hecho algo malo que le hiciera merecer un castigo.
“Cal,” dijo Iason. Cal permaneció congelado en su sitio.
“Sí, amo. Hoy a las 0700 horas, hubo una notificación de la seguridad de Eos. Amo Riki, por violación al código 17 del Salón Sección 5, quedas sentenciado a una detención por un periodo de tres semanas de duración.”
“¡Yo no hice nada!” escupió Riki con rabia. No era como si Riki fuera a confesar que sí había hecho algo, pero al menos lo habría hecho lejos de la vigilancia de las siempre presentes cámaras en Eos. Y Riki sabía dónde estaban todas las zonas muertas de la seguridad. Durante su primer mes al regresar, se había propuesto localizarlas todas. Era la única manera en que podía pasar el tiempo mientras lo convertían en un espectáculo.
La indignación de Riki era palpable. Nunca haría nada para arriesgarse a ser castigado por Iason—al menos, nada por lo cual lo descubrieran de inmediato.
“¿Qué puta mierda es el código 17 del Salón Sección 5?” demandó saber Riki.
Iason le envió una mirada a Cal para que continuara.
“El artículo 17 habla sobre las áreas fuera de los límites establecidos. La sección 5 trata sobre los daños a la propiedad.”
Riki no lo podía creer, sin tener idea de lo que había hecho, se le ocurrió pensar que quizás lo habían confundido con alguien más—solo para desechar la idea de inmediato. Nadie iba a ser confundido con el mestizo en Eos.
La voz de Iason era austera.
“Todo lo que se encuentra fuera de los caminos demarcados en el jardín, se considera fuera de los límites. Por no mencionar quedarse dormido en las ramas de un árbol exótico.”
“Eso…” Riki se quedó callado. Eso había sido para evitar a Miguel. Había sido la única manera de alejarse de él—pero el árbol resultó tan cómodo que Riki acabó quedándose dormido. Riki no había visto ningún letrero, pero se puso a pensar.
Las cercas que circundan los caminos son de color rojo—¿tal vez eso significa que lo demás está fuera de los límites?
Las mascotas era analfabetas por lo que todas las señales venían en colores. Riki habiendo regresado de los barrios bajos se había olvidado de eso. Había sido un descuido de su parte, pero, aun así—tres semanas de castigo. ¿Sin ni siquiera una advertencia verbal?
Incluso si Riki le pegaba a una mascota, la prohibición de visitar el salón no se extendía más allá de tres días. En vista de eso, esta penalización parecía excesiva y había algo detrás. ¿Tal vez es para mantenerme alejado del salón? Riki no sabía quién podía estar detrás de ello, pero sabía que era tan odiado en Eos que bien podía tratarse de cualquiera.
“Maldita sea, deja de rebuscar excusas de mierda con las cuales condenarme. Puto Orphe.”
Cal se quedó ahí conmocionado. Iason no se molestó en levantar una sola ceja.

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